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OBLIGACION DE EVITAR LAS CAUSAS Y OCASIONES Pero además de esos pecados, también se peca por ponerse uno o poner a otros sin justa causa en peligro de pecado contra la castidad. Si sabe uno que ciertos espectáculos, lecturas, reuniones, etc... , son peligro de pecado, el asistir a ellos sin justa causa es ya pecado. · Un médico puede mirar, tocar tod_as las partes del cuerpo humano con motivo suficiente, como puede ser descubrir una enfermedad, cu– rarla, etc ... Y aunque de ello se le sigan malos pensamientos o deseos, y aun movimientos, no peca por el solo hecho de ponerse en ese pe– ligro. Tiene justa causa. Si lo hiciera sin necesidad y sólo por curio– sidad, pecaría. OTRAS VIRTUDES Anejas a las castidad podríamos enumerar muchas otras virtudes. Baste mencionar dos: La modestia está en el recato de los sentidos y decencia en el veS:. tir, a fin de evitar los peligros de impureza. La modestia es necesaria a todos, como requisito para la castidad. La virginidad consiste en el propósito forme de conservar perpetua:– mente la integridad de la carne por amor a Cristo. La virginidad es un consejo de Cristo y el culmen y coronamiento de la castidad. LECTURA «GLORIFICAD A DIOS EN VUESTRO CUERPO» «El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para eJ cuerpo; y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros por su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una meretriz? ¡No lo quie– ra Dios! ¿No sabéis que quien se allega a una meretriz se hace un cuerpo con ella? Porque serán dos, dice, en una carne. Pero el que se allega al Señor se hace un espíritu con El. Huid la fornicación. Cualquier pecado que cometa un hombre, fuera de su cuerpo queda; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que por tanto no os pertenecéis? Ha– béis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo» (1 Cor 6, 13-20). 186

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