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La castidad es «la virtud sobrenatural que nos hace dominar y re– gular, por amor de Dios, el instil1J1:o sexual». Es una virtud necesaria a todos. A veces se piensa que sólo los sacerdotes o religiosos deben ser castos (castidad virginal). Es un error. Deben ser castos los jóvenes antes del matrimonio (castidad juve– nil): su cuerpo debe desarrollarse y prepararse para la vida conyugal, si son llamados a ella, y no marchitarse antes de tiempo. Deben ser castos los esposos (castidad conyugal) regulando el uso sexual a sólo lo que Dios ha ordenado. Y al sobrevivir uno de los cónyuges, debe ser casto (castidad viu– dal) conforme a su estado. Todos tenemos que ser castos. El amor de Dios tiene que penetrar– nos y saciarnos de tal manera, que no necesitemos buscar placeres desordenados y pecaminosos. «No os engañéis, porque ni los fornicarios ni los adúlteros ni los afeminados ni los sodomitas poseerán el Reino de Dioso (1 Cor 6, 9-10'). Castigo mi cuer– ··· ·· po y l<Y reduzco a la obediencia. (1 Cor 9, 27).
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