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La templanza se divide en ¡ abstinencia = moderación en el comer sobriedad = moderación en el beber castidad = moderación en el placer sexual LA INTEMPERANCIA La falta de templanza, ya lo acabamos de indicar, embrutece al hom– bre. Porque deja de regularse por la razón-que es lo que nos distin– gue de los animales-para hacerse semejante a ellos. La intemperancia es el desenfreno en el uso de los p_laceres del gusto y del tacto. La gula, desenfreno en el comer-(de la embriaguez y de la impure– za hablaremos en la lección siguiente)-puede perjudicar a la salud, a veces gravemente, y entonces podría llegar a ser pecado mortal con– tra el quinto mandamiento. Pero por lo que tiene de desorden en el placer del gusto, es falta contra la virtud de la templanza. Tenemos que ser dueños de nosotros mismos y no esclavos de las pasiones: «En verdad, en verdad os digo, que todo el que comete pe– cado, es siervo del pecado» (Jn 8, 34). EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA Para contrarrestar la intemperancia y desarrollar la virtud de la templanza, Cristo aconsejó la mortificación: «Si no hiciéreis peniten– cia, todos pereceréis» (Le 13, 5), y aludió a los tiempos venideros, en que los cristianos ayunarían: «Días vendrán en que se les arrebatará al esposo (Cristo); entonces ayunarán» (Me 2, 20). La Iglesia, siguiendo el consejo del Maestro, ha preceptuado algunos días de ayuno y abstinencia. El ayuno consiste en hacer sólo una comida al día, pero se puede tomar algo por la mañana y por la tarde según las costumbres. Para el desayuno se suele indicar como permitido unos 65 grs. y en la cena una 250 grs. La carne está permitida en la comida, no en el desayuno ni en la cena. La abstinencia, en cambio, prohibe alimentarse de carne y de cal– do de carne, pero no de huevos, lacticinios ni de cualquiera condimen– to aunque sea de grasa, manteca, etc... Son obligaciones graves, aunque admiten parvedad de materia. 177
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