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Lejos de mí gloriarme en otra cosa que en la Cruz de Cristo (GI 6, 14) CONCEPTO DE LA TEMPLANZA Dios ha puesto un placer en los actos de comer y beber, y en los de la propagación de la especie. De este modo el hombre puede realizar lo que de otro modo no realizaría. Piensa en lo que cuesta comer cuando uno está enfermo. Con el placer de la comida, Dios ha querido facilitarnos esa tarea,. que nos resultaría penosísima sin placer sensible. Pero el hombre, desordenado por el pecado original, busca sólo et placer dejando a un lado la finalidad que Dios ha puesto en esos ac– tos. Y en consecuencia, esos instintos resultan demoledores de nuestras energías espirituales. El hombre se embrutece~ No puede comportarse· como un hijo de Dios. La tempilanza es la virtud sobrenatural que regula los placeres sen– sibles, acomodándolos al plan de Dic)s.. El hombre es dignificado por la templanza: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5, 8). Su objeto recae, por tanto, sobre los placeres sensibles del gusto y el tacto, y secundariamente sobre los placeres de los otros sentidos. 176

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