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Afecta directamente a los que tienen el cuidado de la Comunidad, y el objeto material son los oficios, los bienes y cargas comunes. Es deber de los gobernantes esta distribución equilibrada, no de 1m módo matemático, que sería absurdo, sino teniendo en cuenta las disposiciones y cualidades de los individuos. A un labrador, sin cultura, no se le puede hacer secretario del ayuntamiento, ni encomendar a un médico un trabajo de ingeni~ ría. San Pablo nos presenta esta verdad con la metáfora del cuerpo y los miembros: «Si todo el cuerpo fuera ojos, ¿donde es– taría el oído? Y si todo él fuera oídos, ¿dónde estaría el olfato?» (1 Cor 12, 17). Han de ser, por tanto, objetivos, serenos, imparciales, prudentes, sin dejarse influir por preferencias personales, favoritismos, recomenda– ciones. Tienen que respetar las leyes establecidas, favorecer el pro- greso del país, y fomentar la vida religiosa. · La ciudad pros, pera por la sen, satez de I os gobernantes. (Eclo 10, 3).

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