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como testigo de una falsedad sin hacerlo cómplice de la misma; ern esos casos el juramento es ofensivo al Señor. Dices: «Te juro por Dios que no he ido al cine». Pero en rea– lidad tú fuiste al cine. Estás faltando al respeto a Dios. Pero el juramento hecho con las debidas condiciones, es un acto• de reverencia y de adoración al Señor. Para la validez es necesaria la intención de jurar, y no simplemen– te de fingir, y además fórmula apta para jurar. Serían fónnulas aptas: Juro por Dios, Dios es testigo, que Dios– me castigue... Pero no son verdaderos juramentos decir: que me: corten el cuello si es mentira, tan cierto es esto como que alum-· bra el sol, etc... Para que sea lícito, se requieren estas tres cosas: -Verdad, excluyendo la mentira o la duda. Lo contrario sería un perjurio, pecado grave. -Juicio, el juramento ha -de ser hecho con justa causa y reverencia~ «Pongo a Dios por testigo de que meteré un gol esta tarde». No– es motivo suficiente para realizar un juramento. Faltas al respeto• que Dios te merece. -Justicia, que lo jurado no sea una cosa mala en sí mismo. «Que Dios me castigue si no me vengo de fulano». Dios no pue– de favorecer una acción como es la veng·anza. Los juramentos pueden ser asertorios {si .se ponen para confirmar· un hecho) o promisorios ( en orden a hacer una promesa) ; solemne ( con fórmulas y circunstancias determinadas por la ley) o sencillo ( de formai' privada y particular). Conviene advertir que si el juramento, en cuanto invocación de Dios,: es un acto de la virtud de la Religión, por parte del que los exige pue-· de ser un acto de desconfianza en el hombre. Por eso Cristo dijo: · «No juréis de ningún modo; ni por el cielo, porque es el trono de: Pios; ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusa- , lén, porque es la ciudad del gran Rey... Sea, pues, vuestra palabra: Sí;· no» (Mt 5, 34-37). EL VOTO Es la promesa deliberada y libre que se hacé a Dios de un bien po- sible y me!jor. · 110