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«poseen muchos elementos de santificación y de verdad», aunque son «dones propios de la lg-les-ia de Cristo». Las Iglesias orientales unidas a la Iglesia Católica durante varios siglos, han dado también sus frutos de santidad. Conservan sus tra– diciones litúrgicas, su espiritualidad propia. ·Aceptan el episcopado y todos los sacramentos, veneran a la Virgen, a muchos santos. Existe la vida monástica. Estudian y respetan la Sagrada Escritura y reconocen la Tradición. «Este sacrosanto Concilio declara que todo este patrimonio es– piritual y litúrgico, disciplinar y teológico, en sus diversas tradicio– nes, pertenece a la plena catolicidad y apostolicidad de la Iglesia, dando gracias a Dios porque muchos orientales, hijos de la Iglesia Católica, que conservan esta herencia y ansían vivirla en su plena pureza e integridad, viven ya en comunión perfecta con los herma– nos que practican la tradición occidental» (Sobre el Ecumenismo, núm. 17). Las Iglesias separadas en Occidente (protestantes, anglicanos, et– cétera) «están unidas con la Iglesia Católica por una afinidad y obli– ·gación peculiar, a causa de una vida cristiana multisecular en co– munión eclesiástica» (Sobre el Ecumenismo, núm. 19). Poseen un gran amor y veneración a la Sagrada Escritura, han recibido el Bautismo, fortifican su vida espiritual por la fe y por la predicación de la- palabra de Dios. Practican sinceramente la just'i– cia y la caridad para con el prójimo, y han creado no pocas insti– tuciones para socorrer las miserias corporales v espirituales del mundo. «Hay que reconocer ciertamente que entre estas Iglesias y la Iglesia Católica hay discrepancias esenciales no sólo de índole his– tórica, sociológica, sicológica y cultural. sino, ante todo, de inter– pretación de la verdad revelada» (Sobre el Ecumenismo, núm. 19). uNos gozamos, sin embargo, viendo a los hermanos separados ten– der hacia Cristo, como fuente y centro de la comunidad eclesiásti– ca,, (Sobre el Ecumenismo, núm. 20). LECTURA: Los Obispos, sucesores de los Apósto!es «Esta divi¡ia misión confiada oor Cristo a los Aoóstoles ha de durar hasta el fin de los siglos, puesto que el Evangelio que ellos deben transmitir es en todo tiempo el principio de la vida para la Iglesia. Por lo cual los Apóstoles en esta sociedad jerárquicamente organizada tuvieron cuidado de establecer sucesores. 69
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