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8 CRISTO FUNDA UNA SOCIEDAD RELIGIOSA Admitamos, y es razonable admitirlo, que Jesús de Naza– ret era el Mesías, con un mensaje de salvación: Dios es nues– tro Padre, todos rnmos hermanos v debemos amarnos. Pero que Cristo viniese a fundar una sociedad, dando autoridad a unos sobre otros y estableciendo una serie de normas jurídi– cas, con un funcionamiento_burocrático, que a veces entorpece más que ayuda, es inadmisible. (?) Veamos serenamente qué pensaba Cristo y cómo lo llevó a la práctica. LA MENTE DE CRISTO No conviene desfigurar el problema con ideas preconcebidas, ni hay por qué pensar que la sociedad que funde Cristo ha de ser exactamente igual que otras sociedades humanas Un hecho que resalta en el Evangelio es que en torno a Jesús se agrupa un gran número de seguidores o discípulos, no sólo oyen– tes eventuales. Y de todos éstos escoge a doce: Pedro y Andrés, Santiago y luan, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago de Al– feo, Judas Tadeo, Simón y Judas Iscariote (Mt 10,2-4), Me 3,16-19 y Le 6,14-16). Estos doce forman un grupo característico, a los que el Señor instruye de un modo especial: «A vosotros se _ ha comunicado el misterio del Reino de- Dios; a los de fuera todo se les ofrece en parábolas ... » (Me 4,11). «Si alguno quiere ser el primero, habrá de ser el último entre todos y servidor de los demás» (Me 9,35). << Te– ned cuidado que nadie os engañe. Vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Mesías; y engañarán a muchosn (Me · 13,5-6). Las instrucciones dadas a los doce en particular constituyen muchos pasajes de] Evangelio. Es evidente que Cristo los preparaba 59
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