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¿QUIEN ES DIOS? Por la Revelación Dios nos ha hablado de Sí mismo, descubrién– donos algunas de sus propiedades personales. Pero por la misma razón natural, del hecho de su existencia po– demos deducir algunas cualidades de su esencia. Puesto que es la causa de todos los seres, tiene que tener en sí todas las perfecciones de todos los seres, puesto que es El el que ha producido esas perlec– ciones. De esto no se sigue que tenga también las imperfecciones, pues– to que u imperfección n es carencia de ser. Lo que carece de ser no es propiamente causado. Por ejemplo: yo doy a un niño 10 pe– setas. El que ese niño no tenga 100 pesetas es una imperfección, puesto que carece de 90 para llegar a 100. Pero yo por darle 10 pesetas no le he originado esa carencia de 90, sino que, al contra– rio, le he dado un valor positivo: 10 pesetas. Yo soy causa de lo que ese niño posee, pero no soy causa de su penuria. Así Dios. ·Dios será, pues perfecto. Y será poderoso, porque todo lo que existe, El lo ha hecho. Y será sabio, porque las cosas creadas requie– ren inteligencia en el que las ha hecho. Y será eterno, porque no tuvo principio (de lo contrario, no podría , pasar por sí mismo del no-existir al existir), etc. Acertadamente responde el Catecismo a la pregunta ¿cómo es Dios? diciendo: «Dios es espíritu purísimo, jnfioifamente perfecto, bueuo, sabio, poderoso y eterno, principio y fin de todas las cosas.» FALSOS DIOSES Pero el hombre no siempre ha obrado con toda lógica, y en vez de remontarse de las creaturas al Creador, se ha detenido en ellas como si fueran dioses, y les ha aplicado los atributos divinos. Algunos han fingido que la materia es eterna y a ella atribuyen todas las cosas, como si fuese un ser absolutamente necesario y como si el hombre no fuese superior a la materia. Otros, más groseramente, han atribuido a seres concretos los atributos de Dios, y así han adorado al sol, a la luna, al fuego, a ído– los, etc. Es que el hombre necesita a Dios, ·y cuando no lo encuentra, se fabrica sucedáneos con que satisfacer esta tendencia natural que toda creatura tiene hacia su Creador. San Pablo decía de éstos: «Su término será la perdición, su dios es el vientre y la confusión será la gloria de los que tienen el cora– zón puesto en las cosas terrenas» (Fl 3,19). · 24

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