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yoría relativa, en cambio comparándonos con toda la humanidad somos muy poca cosa. Y esto puede dar pie, si no tenemos bien fuDdamentada nues– tra fe, a pensar que el Catolicismo es una religión de tantas, y que es lo mismo ser católico que protestante, por ejemplo. ACTITUD PERSONAL Tratándose de un asunto de tanta importanci:i, en el que entra en juego la salvación o condenación del hombre, la Religión no debe ser tomada a la ligera. Si preguntamos a un niño luterano por qué es protestante. nos diría que eso es lo que le enseñaron sus padres. Idéntica respuesta nos daría un niño católico. Para riiños puede bastar; no tenemos por qué exigirles más razones; pero para un joven, para un hombre, esa respuesta no es razonable. Tiene que saber justificar su postura. De ahí qúe la religión requiere en el adulto una decisión perso– nal razoné:lble, una postura prudente. El adulto tiene que saber jus– tificar la razonabilidad de sus creencias. Cuando eras pequeño, te bastaba con saber el catecismo. Aho– ra no puedes conformarte con eso. Has de dar cuenta de la ver– dad de tu fe y saber defenderla contra quienes la ridiculicen. ~A FE ES UN DON DE DIOS Conviene que tenga s bien fijo. ante todo_ que la fe verdadera es un don de Dios. que El concede generosamente. Fe es una virtud so– brenatural por la que creemos firmemente lo que Dios ha revelado y , la Iglesia nos ense~a. Sobrenatural quiere decir que es superior a nuestras fuerzas na– turales. O sea, que por mucho que discurramos _o estud iemos, s1 Dios no nos concediese- la fe, no podríamos conseguir la nunca. Por eso la fe es algo que hay que pedir humildemente a Dios. La soberbia es un obstáculo insuoerable oara la fe: uDios resiste a los soberbios y da su gracia a los hwnilde., )1 ( l Pe. 5,5). Podemos estar ~eguros de que el Señor otorga la fe a todos los que la buscan sincera y humildemente, y ((quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad,). (l Tm 2,4). Dice el Concilio Vaticano ·n: « Para profesar esta fe es necesaria 14