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l. ; Coinciden en algo el Mahometismo y el Cristianismo? 2. Busca en el mapa la situación de La Meca, Medina, Constan– tinopla y Poitiers. 3. ¿ Cómo se comportaron los árabes con los cristianos espa– ñoles? 4. ¿ Quiénes dirigen el primer y último episodio de la guerra de nuestra Reconquista? 70 BATALLA DE COVADONGA Pelayo se retiró a Covadonga con cuantos soldados podía.u. caber en aquel agreste r ecinto, colocando el resto de sus gentes en dais, alturas y bosques que cierran y estrechan el valle regado por el río Deva, y allí eSiperó con se– renidad al enemigo, contando más con la protección ,del cielo que con sus fuerzas. Noticioso Alkamah -de la retirada de Pelayo, orgulloso ,y confiado, hizo avanzar su ejército encajonado por aqu.ella cañada, no pudiendo :presen– tar sino un frente igual al que oponían Jos refugiados en la cueva, quedando su~ inmensos flancos expuestos a los ataques de los que en las colinas late– rales se hallaban emboscados. Entonces comenzó aquel ataque famoso, cuya ce1ebridad durará .tanto como dure la memoria de los hombres. 1 Las flechas que los árabes arrojaban siolían rebotar en la roca '.Y herir de rechazo a Jos infieles, mezcladas con las que desde la gruta lanzaban los cristianos. Al propio tiempo los que se hallaban apostados entre las breñas hacían rodar a lo hondo del valle enormes peñascos y troncos de árboles que aplastaban bajo su peso a los agarenos y les causaban horrible destrozo. ,Apoderase el desalíe~to de los musulmanes tanto como crecía el ánimo de los cristianos, a quien-es vigorizaba la fe y alentaba la idea de que Dios peleaba por ellos. Levantase en esto una tempestad que vino a aumentar el espanto ·Y el te– rror en los que iban ya de vencida. El estampido de los truenos, cuyo ,eco retumbaba con fragor por montes y riscos, la lluvia que se desgajaba a to– rrentes, las peñas y troncos que de todos lados sobre los árabes caían, el mo– v,edizo suelo que con la lluvia se aplastaba ·Y hu:o.día bajo los pies que ,habían logrado alguna pendiente, y que caían resbalados por aquellos senderos so– bre los que se rebullían confusos en el valle, y que parecían ahogados en las desbordadas aguas del D-eva, todo contribuyó a hacer creer que hasta los montes se desplomaban sobre lo.s soldados de Mahoma. (M. Lafuente, Historia General de España)

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