BCCCAP00000000000000000000486

MARTIRIO DE SAN CIPRIANO Sentado en su tribunal el Procónsul Galerio Máximo dio orden de que le presentaran a Cipriano. Y habiéndoselo presentado, comienza el interrogato- • rt10: -¿.Eres tú Tascio Ciprjano? -El Obispo Cipriano respondió: Yo lo soy. Galerio: ¿T,ú te has hecho padre· de .Jos hombres sacrílegos? Cipriano: Sí. Galerio: Los sacratísimos em,peradores han mandado que sacrifiques. Ciprlano: No sacrifico. Galerio: Reflexiona y m-ira por ti. Cipriano: Haz lo que se ·te ha mandado. En cosa tan justa no hace falta reflexió11 alguna. Galerio, después de deliberar con su consejo, a duras penas y de mala gana, pronunció lá sentencia: _.Mandamos que Tascio Cipriano sea pasado a filo de espada. El Obispo Cipriano contestó: -Gracias .a Dios. Oída la sent,encia condenatoria, los cristianos decían que también ellos quer.ía ·n ser degol-lados con su Obispo. Fue, pues, conducido Cipriano al campo de Sexto y, llegado allí, dobló sus rodillas en tierra. ·Llegado el verdu·go, el Obispo dio orden a los suyos que le entregaran 25 •mon,edas de oro. Los hermanos, por ·siu parte, tendían delante de él lienzos y pañuelos. Seguidamente, el bienaventurado Cipriano se vendó con su propia mano .los ojos; mas como no pudiera atarse las puntas del pañue1o, se las ataron el presbítero Ju¡liano y e-1 subdi-ácono del mismo norn·bre. Así ssufrió el martirio el bienaventurado Cipriano. (De la Vida de San Ciprl~no, escrita por su diácono Poncio.) 41

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz