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Pero es Constantino el Grande quien asegura definitivamente la li• bertad de la Iglesia. Ya por tradición familiar se sentía bien dispuesto hacía los cristianos; pero u,n hecho de carácter milagroso le inclinó de-– cididamente del la-do del ·C·ristianismo. Mientras se dirigía a Roma. contra e,] usurpador Majencio, tiene Cons– tantino una visión extrana; a eso del medio•día ve sobre el sol una cruz luminosa con esta leyenda: «con esto vence»; por la noche se le aparece Cristo para in·dicarle que grabe la señal de la cruz en los escudos de sus soldados. El Emperador cumple puntualmente la orden recibida del cielo y, en Puente Milvio, a las puertas de Roma, aniquila al ejército de Majencia, su enemigo. E·ra el 28 de octubr-e del año 312. En febrero del año siguiente (313) Constantino, juntamente con su Visión de Constantino camino de Roma cuñado Licinio, Emperador de Oriente, promulga el célebre Edicto de Milán; en él se con•cede la libertad a la Iglesia y se le restituyen los bienes anterio1111ente confiscados. El E-dicto de Milán abre una nueva era en la Historia de la Iglesia. 39

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