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sos. No es, pues, extraño que uno . de ellos, Esteban, se pusiera bien pronto en vista por su palabra ardiente y por sus milagros. Algunos judíos de •diferentes sectas_, confundidos .por el santo diácono en disputas públicas, .no pudi~ron resignarse con la derrota, y le actlsaron -de blas– femo ante el. Sanedrín que representaba la suprema a·utoridad religiosa de Israel. Esteban se defiende de la acusación de blasfemo y demuestra_ante el tribunal que, en Jesús de Nazaret, se ·habían cumplido las antiguas profecías referentes al Mesías . . Acusadores y jueces no pueden ~ufrir que el .acusado les culpe de haber crucificado al Mesías; se arrojan sobre él, le arrastran fuera ,<1J.e la ciudad Y· le ape-drean. Bajo una 111,!via .de piedras, el protomártir cristiano, caído ··en tierra, confía su alma al Senor y, cual otro Jesús, pi,de a Dios el perdón para sus verdugos. La sangre de S. Esteban se convierte bien pronto en sen1Hla fecunda de cristianos; Saulo, que así se llamaba el joven a quien 1 lc;>s verdugos de Esteban confiaron sus mantos para arrojar i!,as piedras con más vio– lencia, se convirtió en Pablo, apóstol de los gentiles; la 1 muerte de un diácono fructificó en la Iglesia el nacimiento de un nuevo Apóstol. PERSECUCION GENERAL. La creciente pujanza de la joven Iglesia sembró la· alarma entre los responsables reli 1 giosos del pueblo judío. Se cita a los Apóstoles ante el Sanedrín ; primero son Pedro y Juan ; des-pués todos los doce. Les prohi– ben hablar de Jesús; ·pero ellos contestan valerosamente que les piden algo imposible, pues es el mismo Dios quien les exige anunciar la muerte y resurrección ·de Jesús. Se impone al fin el prudente consejo de Gamalie!; segú11 este piadoso fariseo 110 convenía precipitar los acontecimientos; era preferible espe– rar; si aquellos hombres hablaban en nombre propio, su obra caería por sí misma como castillo edifica,do sobre la are.na ; e-n cambio, si de verdad eran envia-dos de Dios, no podrían nada contra ellos~ y se expo– nían además a estar haciendo la guerra al mismo Dios. Aquel día comenzaron los Apóstoles a sufrir por su fe, pues antes · de despedirles se les sometió a la tortura de la flagelación; pero ellos salieron contentos -del tribunal porque había·n sido dignos de padecer por el nombre •de Jesús. •El ·martirio de San Esteban senala el comie-nzo de ~a persecución cru-enta ha_st~ la muerte. ,Los Apóstoles s-e quedan ~n Jerusalén, pero muchos cr1st1anos buscan seguridad para sus vidas en otras ciudades menos hostiles. Aquello fue una siembra fecunda de cristianismo· en . , Ant1oquía, una de estas ciudades privilegia.das, los -disc.ípülos de Jesús con1enzaron a llamarse cristianos. 15

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