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tes; los Nuncios imponen y dirigen la Reforma católica en las diferentes Naciones. El Papa funda en Roma seminarios nacionales modelos; en ellos s·e formaban los eclesiásticos que después llevaban a ·su -diócesis los ideales reformatorios que habían aprendido en la Ciud~d Eterna. Sixto V ( 1585-1590) pose-e una elevada idea de la dignidad papal y exige enérgicamente ,que los demás la compartan. Interviene, y con éxito, muy activamente en la política •de. su tiempo siempre complicada con los inte– reses r·elígiosos. R-eorganiza las •Congregaciones Romanas mediante las cuales el Papa gobierna la Iglesia. OBISPOS REFORMADORES Sobre los Obispos recae una buena parte de la responsabilidad de ejecutar los Decretos del Con·cilio de Trento. España, que había tenido en la época anterior al Concilio, Obispos ejemplares -de la talla de Cisneros, Hernando de Talavera, Dem y Santo Tomás de Villanueva, continúa ofreciendo a la Iglesia Prelados extra– ordinarios como Guerrero y San Juan de Ribera. Fuera ·de España, se distinguieron : Bartolomé de los Mártires, San Francisco de Sales, y San Carlos B~omeo. ORDENES RELIGIOSAS En este movimiento de Reforma de la Iglesia trabajan intensamente las Ordenes religiosas antiguas y las de fundación reciente. Entre la·s anti,guas adquieren méritos especiales los Capuchinos, fran– ciscanos reformados quienes, juntamente con los Jesuitas, son los el~– mentos más activos al servicio -del Papado. San J gnacio y la Compañía de Jesús San Ignacio es un vasco que buscaba la gloria por el camino de las armas; cae herido en el asedio de Pamplona por los franceses, y duran-. te su ·convalecencia se dedica a leer las vidas de los santos. Aquella· lec– tura le incita a cam-biar la profesión •de las armas por la de la santidad. Se retira a una cueva de Manresa donde se entrega a rigurosa peni– tencia; allí prepara sus Ejercicios espirituales que se iban a convertir en uno .de los libros de más influjo en la Historia moderna de la Igle– sia. Como exigencia de sus ideales apostólicos, comienza a estudiar a los treinta años. Durante su permanencia en París como estudiante de Teología, se le une un pequ~ño grupo de universitarios como él, atraídos por su poderosa personalidad; entre ellos se contaba el futuro misi~ nero de Oriente, San Francisco Javier. En París hace, con sus primeros ·seis compañeros, voto de Obediencia, Pobreza y Castidad. Pasan des– pués a Italia y, en me.dio de una gran oposición, obtiene la aprobación de aquella institución religiosa que tomaría el nombre de Compañía· de Jesús; desde este momento San Ignacio se identifica con su obra a cuyo gobierno se consagra hasta el fin de sus días; muere en Roma, el año 1556. 118

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