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50 P. BASILIO M. DE BARRAL do a un montón de menudo serrín, de un color rosáceo, que luego transportan a los coladores. Esta última operación, como atrás se dijo, corre a cargo de las indias, lo mismo que la de secar la fécula, envasarla y hacerla tortas. Los tamices o coladores, guapa en criollo y biji en guarao, em– pleados para la extracción de la fécula, son una especie de canasta, sin apenas fondo, tejida de tirite sobre un aro ancho y fuerte, que forma su boca. Sobre un soporte, formado por tres palos clavados en el suelo, se coloca el tamiz o biji, y debajo de éste se acomoda un recipiente, es– pecie de canoa, que suele ser uno de los mismos troncos de palma ahuecados, de los que se extrajo ya el almidón. Cargado el tamiz con aquella especie de serrín ---tuétano desme– nuzado del tronco de palma--, y acomodada debajo la canoa como recipiente, la tarea de las indias se reduce a estarle echando agua y restregando el conjunto para que se le diluya el almidón que con– tiene. Este chorrea del tamiz y se va depositando en el fondo de la canoa, cubierto por el agua que cae del tamiz, blanca como lecha– da de cal. Recogido el almidón en la canoa, se le deja reposar, y luego se le escurre el agua, volteando la canoa para un lado. Después se tras– pasa a los mapires y se pone a escurrir para que se seque bien; y, si es preciso, se coloca al fuego para que se seque mejor. De esta operación del secado depende el que la harina se con– serve más o menos tiempo blanca y en perfecto estado. Envasándola sin estar completamente seca, se agría y toma un color de lacre. Pero si, estando perfectamente seca, se envasa de manera que no le dé el sol ni el aire, se conserva blanca y tierna durante meses, sin que pierda su color blanco, de flor de harina, lo mismo que cuando sale de la palma. En el arte del envasado las indias guaraúnas son maestras insu– perables. La fabricación de la yuruma sigue el mismo procedimiento del casabe o torta de yuca. Sobre el fondo de una paila o un budare o aripo, puesto al fuego, se extiende una delgada capa de la referida harina, bien desmenuza– da o cernida, procurando oprimirla por la cara superior para que se consolide toda, a manera de torta. Después se la voltea para que se cueza por la cara opuesta. En pocos minutos está cocida y en dispo– sición de ser llevada a la mesa. La torta de yuruma, bien trabajada, resulta un tipo de pan nu– tritivo, tierno y de buen sabor. En casas de criollos la he visto ser-

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