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48 P. BASILIO M. DE BARRAL Y desapareció por entre la fronda de las palmeras, para reapa– recer un cuarto de hora después trayendo en sus manos una rebo– sante totuma del maravilloso licor. El viejo venía jadeante. Y lo primero que hizo fue entregarme la totuma, diciendo al mismo tiempo: --He bebido tanto que ya no puedo caminar. Me hice la señal de la cruz y bebí. Era la primera vez que gozaba de aquella bendición de Dios. ¡Quién hubiera creído que de aquellos troncones pudiera fluir una bebida tan exquisita y en una abundancia tan extraordinaria! Verdaderamente que la palma de moriche, el satogal del país, como dice Humboldt, es el árbol de la Providencia. Había en el Paraíso un árbol que satisfacía todas las necesidades de nuestros primeros padres. En el Delta guaraúno, ese árbol es el moriche, árbol que la América tropical no ha tenido aún el acierto de escoger como símbolo de su fertilidad, más expresivo y mucho más real que la imaginaria cornucopia que figura en los cuarteles de muchos escudos. ¡Ah! -me decía yo-, si tan maravillosa descripción de la Edad de Oro inspiró a Don Quijote un puñado de bellotas en la cabaña de los cabreros, ¿qué maravillas no hubiera dicho si en lugar de las secas y duras bellotas hubiera llevado a sus labios ima rebosante totuma de este fresco, puro, delicioso licor, recién salido del generoso vientre de una palmera? El vino de moriche no es otra cosa que la savia o jugo de la palma de su nombre. Su sabor tiene un parecido al agua de coco, a la que se hubiera agregado algo de azúcar, y fermentada se convierte en una bebida embriagadora, por su notable cantidad de alcohol. La extracción del vino es la cosa más sencilla. Tumbada la pal– mera, se le hacen varias incisiones en el tronco con hacha o ma– chete. Si la palmera abunda en savia, comienza inmediatamente a fluir a la herida el sabroso licor, que los indios van recogiendo con una pequeña tapara o con un cucurucho de hoja de temiche u otro vegetal 1 • De no ser recogida prontamente, esta savia vuelve a ser asumida por la palma. El vino de moriche es considerado como sagrado por algunas tribus guaraúnas, y probablemente en la antigüedad lo era por todas. 1 No todas las matas contienen esta sobreabundancia de savia, sino única– mente las más viejas, circunstancia ésta de la que trae su origen el término nobojo (nabo-jo, líquido del viejo), savia de la palma vieja.

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