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554 P. BASILIO M. DE BARRAL venezolanos 1, bien pudo haber fijado él mismo la línea fronteriza, de haber tenido Venezuela el hombre de visión en el momento pro– picio, y de haberse apoyado menos la nación émula en el derecho que asiste al pez grande para engullirse al pequeño. Ese momento propicio y desaprovechado a que me refiero, se presentó en marzo de 1844 cuando el ministro de Estado de In– glaterra, Lord .f\berdeen, en contestación a la nota del plenipoten– ciario de Venezuela en Londres, Dr. Alejo Fortique, proponía como límite entre ambas naciones la línea conocida desde entonces con el nombre de Línea Aberdeen, trazada de acuerdo con los siguien– tes hitos: «Desde la boca del Moruca una recta hasta la conjun– ción del Barama con el Guainí. De aquí, aguas arriba del Barama hasta encontrar el Aunama; y luego, remontando este riachuelo has– ta el punto en que se acerca más al Acarabisi, descender por las aguas de éste hasta su confluencia con el Cuyuní, y remontar por este último río hasta las tierras altas, inmediatas al monte Roraima, en el punto en que se dividen las aguas que corren al Esequibo de las que van al Río Branca» 2 • Venezuela que, como heredera de España, se consideraba segura de su derecho a la soberanía de todo el territorio guayanés hasta el Esequibo, cuando menos, rechazó la proposición inglesa, gesto que celebraron con palmas los colonos de la British Guiana, entre quie– nes la relativamente generosa proposición de Aberdeen había cau– sado descontento y aun alborotos callejeros. Es probable que, de no haber sobrevenido inesperadamente la muerte del Dr. Fortique, las cosas hu:::ieran tomado un rumbo di– ferente; y las tierras que hoy integran el Distrito Noroeste y parte del Distrito Pomarón de la colonia británica, descansarían a la sombra del tricolor venezolano 3 • Mas, si por las razones dichas es evocador el río Moruca para cualquier venezolano amante de su patria, por esas mismas y por las que vamos a indicar, esa emoción sube de grados para un misio– nero capuchino del Caroní, máxime si es español. Quien llega por vez primera a la Colonia Británica, si habla es– pañol y no entiende inglés, queda sorprendido cuando, al solicitar intérprete, le presentan casi siempre un indio de los que llaman ' La boca del Moruca dista en línea recta 226 millas, más o menos, de Punta Playa, extremidad septentrional de la frontera anglo-venezolana, y 156,6, también más o menos, del punto más próximo a dicha frontera, o sea, las cabeceras del Mururuma, cañito de la margen izquierda del Barima. 2 Véase en el mapa la Línea Aberdeen y compárese con la delimitación actual, fijada en París (3 de octubre de 1899) por el Tribunal de Arbitraje. 3 Quien desee informes más minuciosos sobre el pleito fronterizo de Venezuela con la Guavana Británica, consulte la obra del doctor ELfAs TORO, Por las selvas de Guayana. Caracas 1905.

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