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552 P. BASILIO M. DE BARRAL Malos tiempos corrían para los indios guaraúnos en los últimos años del pasado siglo y comienzos del actual. A mano armada eran asaltadas sus rancherías, obligái;idoseles a salir escoltados, unos a trabajar la goma, otros en las haciendas de caña, cacao, etc., en San Rafael de Manamo, Cocuína y otros pueblos que entonces co– menzaban a formarse. Las órdenes no admitían réplica, refrendadas como estaban por las autoridades del Territorio; y a las negativas de los nebu (hombres de trabajo) a dejar sus ranchos y familias, replicaban los planos de los machetes o los cañones de las armas de fuego. Arrancados así de sus rancherías, eran trasladados a zonas dis– tantes (para que la huída no les fuera fácil), donde se los sometía a los trabajos forzados de la recogida de la goma y a la rígida dís– ciplina del campamento gomero. Lo que eran estos campamentos nos lo va a decir la siguiente descripción del que en la región de Pe... dernales tenía el célebre Dudzí, descripción hecha por el señor Ju– lián González, Policía Misional de Araguaimujo, y en otro tiempo lugarteniente del aborrecido indiero. Dice así: «En la zona de Pedernales tenía mi jefe Dudú una estación balataera con cincuenta indios de trabajo, reclutados en di– versas rancherías de Araguao, Sacupana y Guayo 1 • Estos venían con sus mujeres e hijos, a los cuales no se les permitía salir de la esta– ción, con el objeto de que sus padres o maridos no se les pudieran huir durante la búsqueda de la goma en la montaña. Como escolta para reprimir cualquier conato de rebelión por parte de los indios, había en la estación veinticinco hombres armados con armas largas)). «Llegada la recluta de indios al campamento, se les señalaba tarea de trabajo, consistente en dieciocho litros de goma, que ha– bían de recoger diariamente. El indio poco afortunado que regre– saba a la estación sin haber reunido la goma estipulada para tarea, era castigado con veinticuatro latigazos, propinados con un fuste especial, hecho del mismo balatá. La comida diaria se reducía a casabe con papelón, teniendo como extraordinario el célebre palo a pique, consistente en arroz con frijol)), Este es el cuadro de la estación de Dudú, el mismo más o me– nos que ofrecían las demás estaciones balataeras, salpicadas por las selvas deltanas. Nos guardamos de recargar la negrura de las tintas. Lo expuesto basta para darnos la explicación de ese odio reconcen– trado que se refleja en esta canción guaraúna contra los antiguos explotadores del balatá, no menos explotadores de las tribus abo– rígenes. ' Obsérvese en el mapa de Guayo a Pedernales, y se apreciará mejor el sacrificio que supondría para los pobres indios un desplazamiento tan largo.

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