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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 543 En efecto, se contaron y localizaron los centros misionales, que podrían ser atacados con éxito en un mismo día; se tuvo en cuen– ta el número de misioneros que había en cada misión y el número de soldados de la escolta; para cada misionero y para cada solda– do se destinaron diez caribes que los atacarían simultáneamente, mientras los restantes se dedicarían al saqueo y al incendio; se buscó el día y la hora más oportunos para hacer más víctimas con menos riesgo, señalando el domingo y la hora de misa, hora en que indios, españoles y misioneros se hallaban reunidos en el cumpli– miento del precepto dominical. En ese plan se dio el asalto con los resultados para las misiones, que arriba anotamos. En este último combate cayó prisionero en Tupuquén el Pre– fecto, Benito de La Garriga, que luego logró fugarse, el cual afirmó que entre los indios atacantes reconoció a un mulato holandés, que era el que dirigía a los caribes en la batalla. Aquel asalto caribe-holandés, o mejor, holandés-caribe, paralizó por el momento la ruta vertiginosa de la flecha misionera que, lan– zada veinte años antes desde las márgenes del Orinoco, iba derecha hacia el corazón de la intrusa colonia protestante del Esequibo. Las Misiones arrasadas no tardaron en reconstruirse, y la flecha misio– nera reanudó su ruta rauda, sin perder de vista su primer objetivo, las factorías holandesas del Esequibo, a donde hubiera llegado, de haberse retrasado la guerra emancipadora algunos años más. En esta lucha de esclavistas y antiesclavistas vemos a los guaraos siempre al lado de los misioneros y españoles y en contra de los caribes y sus aliados, «tal vez -dice Webber- porque tanto ellos como los pacíficos aruacos figuraban entre las víctimas preferidas por los caribes caza-esclavos, a pesar de lo convenido en 1672-73 con Van Berkel y Rol de que ningún caribe, aruaco, guarao ni acawayo sería reducido a la esclavitud». Sabemos que el año 1746 los guaraos del Orinoco atacaron a los caribes del Guainí y que el Gobernador de la Guayana Holandesa mandó a éstos ayuda de pertrechos y refuerzos. En 1748 aparecen en franca alianza con los misioneros y vuelven a atacar a los cari– bes del Guainí y del Cuyuni, lucha llevada a cabo con tesón por ambas partes. Refiriéndose a estas luchas, escribía el mencionado Gobernador Gravesande: «Si vencen los caribes, los Misioneros ten– drán que retirarse lejos de la frontera, sin que nosotros (los holan– deses) tengamos que hacer ningún esfuerzo para obligarlos a retro– cedern 8 • El año 1752 los vemos de nuevo aliados con los españoles en lucha con los caribes del Bajo Orinoco, venciéndolos y obligán- ' !bid., 44.

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