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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 403 en estas reuniones por el alcohol del guarapo fermentado, los can– tos mixtos, a coros, y la excitación de las danzas ancestrales. La segunda parte es la victoria de la conquistadora. Entra, pues, en el canto la pimentosa india, no recatando, sino poniendo de manifiesto, y a bombo y platillos para que antes se en– teren los interesados en el negocio, el motivo que la ha traído a la fiesta desde la ranchería de Güirinoco: buscar marido. Por eso, des– pués de pregonar en la primera estrofa las excelencias de la mer– cancía, excusando con disimulo, para que otro no se lo diga, su único defectillo, el de ser chiquita, la lanza al mercado ... , en de– manda de compradores ... Moza, por más que chiquita, bonita... Tal soy yo. Aunque me vean chiquita, soy una muchacha lindísima. Tal es la joya: sibororida (siborori(e)ra), bella en extremo. Si al– guno siente interés por ella, sepa que está disponible, no la ligan lazos de compromiso con nadie, y es libre para marcharse a la som– bra del árbol que más le agrade: Soltera de verdad, soltera, marido todavía no tengo. Pregonadas sus gracias y declarado su estado de soltería o li- bertad, dispara el reclamo a todo caño y sin rebozos : Aunque soy moza bajita, andad conmigo, moza que, aunque bajita, bellísima soy. En los versos siguientes se lamenta la pobre soltera bonita del mal gusto y brutalidad demostrados por el güirinoqueño o mozo de Güironoco, su ranchería, que también vino a la fiesta, y, en vez de festejarla como ella se merecía por bonita y por vecina, la despa– cha, sin dirigirle siquiera una mirada comprensiva ... Hermosísima aunque soy, a mí el de Güirinoco cuando vino, a mí, sin mirarme, me desechó.
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