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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 15 Cuitado de mi amigo -me dije al leer la carta--: es de los que tienen ojos y no ven, oídos y no oyen ... Para él la fratría aborigen que protege pertenece a los pueblos salvajes de Strauss y su trasno– chada escuela, en los que no se encuentran vestigios de religión. Pero es el caso que, tres meses antes, yo mismo había pasado por aquella ranchería y me había enfrascado oyendo de labios de los mismos indios sus preocupaciones ultraterrenas, sus creencias, mi– tos, cultos y ritos funerarios, de todo lo cual conservaba en mi car– tera interesantes notas 9 • Es verdad que en muchas tribus no es fácil al advenedizo descu– brir indicios de religión. Pero debemos estar advertidos de la exis– tencia entre ellos del arcano étnico, o sea, la reserva y cautela de los indígenas para conservar ocultos a los ojos extraños los secre– tos de su raza, máxime en lo tocante a temas teúrgicos o mágicos. No es cosa fácil el descerrajar ese arcano, cuyo cierre hacen más hermético: la prevención nativa contra el forastero, diferencia de raza, de religión, de costumbres y de cultura, y el temor supersti– cioso al castigo de los genios y espíritus, avivado por las prédicas y amenazas de los piaches, a quienes, para sus granjerías y prestigio, conviene que todo permanezca en tinieblas. No será posible romper esa coraza del arcano étnico en donde el alma india vive replegada, sin el conocimiento profundo de su lengua. Se necesita, además, mucho interés, temperamento observador, tiempo y suerte, adquirir entre los indígenas gran prestigio y ganar– les, con el corazón, la confianza. Por años prevaleció también entre nuestros misioneros la creen– cia de que los indios guaraos no tenían religión, o que, toda la que tenían, venía a reducirse a las artimañas de la brujería, sin que exis– tieran entre ellos ideas trascendentales ni prácticas que, en serio, pudieran decirse religiosas. Pasaron los años, y, lo que había permanecido en tinieblas, fue saliendo a luz, pudiendo hoy día afirmar respecto de nuestros gua– raos lo que en el Areópago decía San Pablo de los atenienses: ccPer omnia quasi superstitiosiores vos video, echo de ver que sois casi nimios en lo tocante a religiónn 10 • Veámoslo. Los guaraos creen en la inmortalidad del alma humana; en la existencia de genios y espíritus, que llaman Jebu; en el poder su– prahumano de estos J ebu; en la intromisión de los J ebu en el vi- 9 Precisamente el mismo día que yo llegué a su casa se había muerto allí al lado, en la inmediata ranchería, una india de importancia, cuyo funeral se describe en otro lug1r de este mismo libro. rn AcT., 17, 22.

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