BCCCAP00000000000000000000485

LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 13 Y anatomizando más esta etimología, puesto que gua (embarca– ción) viene de jo-are, sobre el agua, o sea, objeto que flota, guarao (jo are arao, sobre el agua el que vive) significaría gente que vive en el agua, definición descriptiva que podríamos denominar fotográfi– ca, porque con esa pincelada queda de relieve toda la vida del indio guaraúno, la cual transcurre entre el agua, la curiara y el palafito. O sea, que el guaraúno es más del agua que de la tierra. El medio topográfico responde también exactamente al signifi– cado de la palabra guarao, morador de las aguas. ya que, por estar el terreno en que viven sujeto a la acción de las mareas, el agua es la dueña absoluta de la tierra, a la que invade dos veces al día, con– virtiéndola en una prolongación del mar o del río. En este medio, que podemos denominar acuático, las obras de la industria guaraúna, a base de materiales puramente vegetales (fibras de palma y material de cestería), no pueden ser de consisten– cia durable, sino flor de unos meses o años, que no sobreviven a su autor. Pero existe, aparte de esto, otra dificultad étnica, la superstición, que imposibilita la supervivencia de las obras de la actividad gua– raúna. Es la misma superstición que impide a los hijos heredar de sus padres, y a los vivos utilizar nada que haya sido de la pertenen– cia de algún muerto. Con el muerto guaraúno ha de ser enterrado cuanto aquél tenía a su uso, y desbaratados los inmuebles del mismo, sin exceptuar su propio rancho o la parte del rancho en que el muerto hubiese puesto sus manos al construirlo o repararlo. Vida embarcada, ambiente acuático, destrucción supersticios;a: he aquí las tres causas principales de que no se conserven residuos de la cultura autóctona de los antiguos guaraos. El único medio de investigación que aún no ha desaparecido es el elemento hombre. Esos núcleos guaraúnos, esparcidos por las tierras fangosas del bajo Delta; esos caseríos palafíticos, refugiados en los recodos de los cañitos o bajo la fronda de los morichales, son las reliquias de la vieja nación guaraúna, y son los únicos refugios de su folklore. La totalidad de datos para hacer el inventario de las costumbres, mitos y creencias de los antiguos guaraos, conservados hasta la ac– tualidad, nos lo suministra exclusivamente la tradición viva, ya que por las tres razones apuntadas el guarao muerto no habla. Y no habla porque nada deja detrás de sí. Unicamente se perpetúa su descendencia. Y con ella, el aliento y espíritu de la raza con su carga de preocupaciones étnicas, sus ten– dencias y aficiones artísticas, la frondosidad de su acervo mitoló- 3

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz