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274 P. BASILIO .M. DE BARRAL dicha palma ojiru, contracción de oji a-rau, que significa palma del oji o palma que produce el oji, o fruto de moriche. El oji es la fruta del moriche. Este fructifica en opulentos ra– cimos, que llegan algunos a pesar más de un quintal, siendo la pro– ducción de cada palmera de cuatro a cinco. En el oji, de la forma y tamafio de una naranja mandarina mediana, podemos distinguir tres partes principales: El hueso, la pulpa o parte comestible y la corteza externa. El hueso o semilla, constituido por una esferilla hueca, de una madera sumamente dura, que pudiera tal vez resultar excelente materia prima para industria de bonos u otras análogas, ocupa las tres quintas partes del volumen total del fruto. Adherida a su su– perficie interna, tiene, a semejanza de la copra del coco, una sus– tancia blanca y dura, que, triturada la semilla, es buen pienso para animales de cerda. La pulpa o parte comestible es la capa blanda y carnosa, com– prendida entre la semilla y la corteza. Por propia experiencia pue– do afirmar que esa masa comestible es de un poder alimenticio muy notable, ya que con unos cuantos de esos frutos he podido sostenerme en penosas y largas marchas apostólicas. Con ella se preparan los maravillosos caratos, llamados por los indios oji ejota, sin otras prevenciones que diluirla en un poco de agua y, si acaso, agregarle un poco de dulce. Para beneficiarse mejor de esta parte comestible del fruto, elaboran los indios cierto tipo de panales o bolas, denominados oji-guari. La industria del oji-guari se reduce a desprender del fruto la parte carnosa y amasarla, formando los panales que luego se guardan para irlos gastando según convenga, bien diluyéndolos en agua para tomarlos en forma de carato, o bien, comiéndolo seco, lo mismo que si fuese queso. De esta misma parte carnosa del oji, sumamente oleaginosa, se extrae el aceite de moriche. La corteza, que protege externamente toda la capa comestible, es de aspecto granuloso, áspero al tacto, de contextura laminar y de un color que varía entre el verde gris al marrón intenso, color que presenta cuando el fruto está en su plena madurez. El oji nunca alcanza en el árbol su completa sazón, ni pierde su nativa dureza; por lo que es preciso, para poder comerlo crudo, madurarlo artificialmente. El procedimiento para ello es su inmer– s1011 y permanencia en el agua durante varios días, una semana más o menos. A veces no hacen más que sumergirlos en el río dentro del propio mapir en que los traen del morichal; otras ve– ces vacían los mapires en enriaras llenas de agua. Mas lo típico es abrir un hoyo en el jobotoboto o tierra fangosa, dentro del cual el fruto permanece ablandándose el tiempo preciso. Al sazonarse, la

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