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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO Guaboa a kojo cseugiiirikorc yakera. Kokotukaya ojiru ja, aru ja, noúojo ja, jomakaba sinaricmaka ja. Tai lwarc, tai kuarc clolwtu clokotu guaraia. A la boca del Guapoa la recalada es espléndida. Por todas partes el moriche abunda, la yuruma abunda, el vino de moriche abunda, y el pescado de toda clase abunda. Por eso, por eso canciones, canciones entono. 273 Esta canción es un himno a la fertilidad del río y selvas de Gua– poa, en el Macareo inferior. La abundancia de peces y pan saca de sus casillas al indio inspirado que le dedica su canto. Morichales interminables, ahitos del providencial almidón yurumero; gustosa yabakaba en el cogollo de cada palma; a chorros el nobojo, vino de palma, regalo de Dios a los morichales. Y a par de esto, la abundancia de peces en ríos, caños y charcales. En éstos, el acora– zado busco, formidable en el zancocho con yuca dulce o auyama, la guabina y el aguadulce; en aquéllos, la curbinata, el bagre-tigre, el copara y el morocoto tragón, y en los mosurales remansados, los tiernos y corpulentos manatíes. ¿Qué otra cosa puede apetecer un aborigen? A su vista encuentra resueltos sus problemas gastronómi– cos y asegurado su día de hoy y de mañana. ¿Cómo no ha de reventarle la satisfacción por la faja de su búa, como a Don Qui– jote por las cinchas de Rocinante? En efecto, si alguien tiene de– recho a cantar como el pájaro sobre la rama, es el indio guarao, esponjándose entre las tres dimensiones de sus morichales. Guaboa (gua boae, la curiara flotó). Guapoa, interesante afluente del Macareo en su curso inferior y margen derecha. Pocos ríos de su caudal se encontrarán entre los caños del Orinoco tan abundan– tes en variedad de pescado. Lo cual comprueba que no a humo de pajas el juglar se entusiasma a la vista de su río. Pero una de sus mayores utilidades y en la que el cantor no ha reparado, consiste en ser itinerario para pasar del Macareo al Mariúsa por el Guayara y el Kaiguara. Ojiru (oji-rau, palma del oji). Es la Mauritia flexuosa de los bo– tánicos, o sea, la celebérrima palma de moriche, tan decantada por los indigenistas del trópico. Los guaraúnos, consecuentes con su costumbre de hacer la nomenclatura de cada árbol por el nombre de su fruto, seguido del genérico ru o rau (árbol), han denominado

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