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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 265 Amacuro, buscando la Guayana Británica, observa pronto un cam– bio en el panorama etnográfico indígena, cambio que se acentúa a medida que uno se adentra en el Distrito Noroeste de la Colonia. El elemento indígena guaraúno, único en todo el Delta Amacuro vene– zolano, sin desaparecer totalmente y conservando entre las otras ra– zas aborígenes cierta hegemonía en cuanto al lenguaje, se va apa– gando cada vez más en sus características étnicas, hasta quedar como azúcar en agua diluido, entre el conglomerado de razas, indígenas unas y advenedizas otras, que pueblan aquella zona de la Guayana. Negros, africanos de origen, y blancos de Venezuela y de las islas portuguesas; amarillos de China y, sobre todo, culises del Indostán, con algún que otro elemento de Java y Sumatra, forman la población exótica. Entre los aborígenes puede distinguirse, aunque ya mezcla– dos, guaraúnos y guaicas; aruacos, los más numerosos, y chaimas. Esta diversidad de razas está implícitamente aludida en los versos Aroako a-iboma, Hosororo ajía, la moza aruaca que vive hacia Ho– sororo. Como quien dice, de entre las mozas de las otras razas que allí viven, la moza aruaca. A-guaroba arujuba, la garganta como un sebucán. Arujuba (aru-juba, yuca-culebra), denominan los guaraos el se– bucán, por su forma alargada, que les evoca el recuerdo de las cu– lebras. Largo, pues, y delgado como un sebucán, tenía su cuello la moza aruaca de Hosororo. Kobenajoro, guaraunización de gobernador, título adoptado des– de el tiempo de la Colonia, con el que se distinguen los jefes supre– mos guaraos, los cuales pueden ser jefes de ranchería y jefes de zona. Los primeros ejercen su autoridad sobre el personal de su caserío o ranchería, dependiendo en ciertos aspectos del Gobernador de Zona. Estos últimos tienen ciertas atribuciones sobre los Goberna– dores de Ranchería, y no dependen directamente sino del Capitán Poblador, nombrado por la autoridad competente, a saber, la Mi– sión, en caso de existir y tener tal atribución, o, si no, las Autori– dades civiles ordinarias. Sekeseke, instrumento de cuerda. Con este nombre designan: el cuatro, especie de mandolina de cuatro cuerdas, de cuyo número recibe su nombre, y el violín, que también denominan sekesekeima. Etimológicamente considerados, sekeseke y sekesekeima son deri– vados del verbo sekeseké-, iterativo de seké-, hipar, haciendo rela– ción el nombre sekeseke al sonido del violín, que parece hipar cuan– do toca. A-guaroba dijmJa, pierde la voz. Literalmente a-guaroba dijá- sig– nifica perder la garganta; pero usado en sentido metafórico, como lo hacen en el canto, significa quedarse afónico, perder la voz.

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