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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 5 La organización política tradicional de los guaraúnos es la de ancianato o· patriarcal, en la que el Idamo Araobo (ancianísimo o patriarca), jefe supremo, ejercía la autoridad civil y religiosa. Tan connatural es con el espíritu guaraúno el régimen de ancianato, que con una misma palabra, aidamo, expresan la idea de anciano y la de jefe. El Idamo Araobo o Patriarca estaba asesorado por un Con– sejo de Ancianos, de entre los cuales descollaban dos personajes que aún subsisten: el Aru-kari y el Yaota Araotu, que hoy denomi– nan Bisikari (Fiscal). El Arukari escoltaba al jefe y ejecut:i.ba las sentencias dictadas en el monikata o tribunal; el Yaot:i. Arotu era el jefe o responsable de los trabajadores cuando hacían labores en común, para la propia ranchería o para fuera. El idioma guaran forma también grupo a1)arte entre las lenguas aborígenes de América, ya que no se le encuentra entronque ni conexión definida con ninguna de ellas. Observando su contextura se advierte que es lengua de aglutinación. Las palabras estún for– madas por monosílabos, de significación definida, y los monosílabos, por sonidos combinados, cuyo sentido varía con su colocación en la sílaba. Este, al menos. es el parecer del filólogo De Cocje, con el cual estoy de acuerdo. Compara dicho autor esto,; sonidos, elemen– tos básicos ele] lenguaje guarao, a los actores que actúan en Lis pan– tornina',, cuya personalidad cambia según que ocupen un lugar u otro. La declinación guarno se hace con posposiciones; en la con– jugación sólo existe un;i terminación en cada tiempo; los prefijos, infijo,; y sufijo:; juegan papel imp)rtantisimo, tanto como elemen– tos constructivos de nuevas palabras, como para alterar profunda– mente la significación de las mismas o invertírselo radicalm;;nte. Ob– sin·e::c: Guabá, morir; i-guabá, hacer morir o matar. !vli. ye¡·; e-m-i, b,ccr \·er, mo;trar. Guarú, hablar; guara-bú, confercnci,!r. hablar pcr los codo:;. Existe en el guarao contemporáneo un p,1rccntaje co1EidcrJhle de tirminos exóticos, aruacos, caribes, holandeses, in– glc::cs, y. sobre todo, espaiioles, exponentes del tráfico y comunica– ción de los g1:araúnos en tien1pos pasados con dichas tribus o n~- c:or:e:;. Extraña de primeras oír hablar de poesía guarao tratándose de tr:lrns de las selvas. Pero semejante extrañeza no es sino fruto de los prejuicios y del conce_nto que el vulgo tiene formado de los in– dígenas, considerándoseles como a seres infrahumanos, o así, inca– paces de captar las emociones del bien y de sentir y expresar }a belleza. En la presente obra se pretende, entre otras cosas, desba– ratar ese mito, dejando probado que lo que distingue al hombre selvático del hombre de las ciudades es tan sólo algo circunstan– cial, algo postizo; a saber, la mentalidad, susceptible de cambio, y

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