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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 245 NÚMERO 97 J 1 --1 €9 J I J J 1~-l@jJ J I J l] J I J J IJ 1 _____,,, IJ 11 J w I J J Id ' 1 IJ Pero estos cantos fúnebres, al igual de los populares guaraúnos cuando son varios los cantores, los cantan siempre en forma de canon. La masa general de las lloronas se distribuye automáticamente, como por instinto racial, en grupos o pequeños coros que van en– trando en distintos tiempos, repitiendo sucesiva y alternativamente las partes del canto con las diversas letras que, de momento, se les van ocurriendo. De suerte que unos van al fin, otros, al medio, otros, al principio; siempre unos a la zaga de los otros, como em– pujándose, persiguiéndose, encaramándose. pero siempre dentro del marco común de la misma melodía. El conjunto de este desbarajuste aparente o guirigay, resulta un bello y estupendo desorden. El desorden maravilloso del oleaje de un mar movido y tumultuoso, cuyas olas se suceden, se entre– cruzan, chocan, se rompen y desaparecen de pronto para reapare– cer de nuevo más empenachadas y ardorosas. Y así como en esa ebullición turbulenta del oleaje resalta la be– lleza soberana del mar, nunca para mí tan hermoso, en esta moda-
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