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236 P. BASILIO M. DE BARRAL probado. Es, por consiguiente, una venganza póstuma del muerto contra el bajanarotu. Creen los indios que cuando uno de ellos muere de joa, al lle– var a sepultar el cadáver, el J oebo del joarotu 2 se desprende mo– mentáneamente del brujo que causó la muerte, y va con el cadá– ver, quedando, al regresar la comitiva, paseándose sobre la sepul– tura. Esta creencia es firme entre los indios de Macareo y Mariúsa, y de ella nace la siguiente costumbre, general también entre los indios de las susodichas regiones, según lo expone a renglón seguido Gayo Blanco, Fiscal de la ranchería Vuelta Larga en Macareo: ((Adelantándose a la comitiva fúnebre, en medio del mayor si– gilo y sin que nadie se haya dado cuenta, van unos cuantos hom– bres, de los más decididos y menos miedosos, armados de arco y flechas, y se apostan en un lugar próximo a la sepultura. Allí em– boscados, permanecen al acecho, vigilando sin pestañear y con– teniendo la respiración, con las flechas sobre el arco, tenso y dis– puesto a dispararlas sobre el ser maléfico (el joebo), tan pronto aparezca sobre la sepultura. ))Los indios aseguran que, al marchar la gente y reanudarse la soledad y el silencio alrededor del sepulcro, aparece sobre éste ((algo como aéreo)), que se mueve para un lado y otro, como si se pa– sease. iiEntonces los emboscados le disparan sus flechas. Y aseguran los indios que, cuando después van a ver, encuentran siempre en– cima del sepulcro o caído al lado, un matico muerto, que dicen es el ((joebon del ((joarotull o brujo que mató al finado. Cuando esto sucede, aseguran los indios que al poco tiempo reciben la noticia de que el ((joarotu)) enemigo se ha muerto también.ii Liturgia fúnebre Tan pronto como la persona expira, mientras los piaches siguen ensalmando al cadáver, comienzan los funerales con los primeros alaridos de las plañideras más allegadas, a las que pronto se van agregando otras. En seguida comienza el amortajamiento dentro del mismo chin– chorro en que ha expirado. Al lado del cadáver se coloca el teurgo, hombre o mujer, según el sexo del finado, el cual va recitando los correspondientes en– salmes, conforme se van sucediendo las ceremonias. 2 O sea, la virtud mágica viviente, que le comunica su carácter de ioarotu.

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