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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 205 señor Aníbal Moya, que me acompañaba, y sin que yo nada su– piera, procedieron al piacheo. a) Comienza el piache recitando una serie de oraciones o en– salmes, los eributa, que ellos dicen. b) Pregunta al jebu cuál es la causa de la enfermedad. Todo esto es cantado o salmodiado. e) Le responde el jebu por medio de otro indio, el «payaso)). el) Invocando la ayuda del Jebu Dijaguara, procede el piache a la expulsión del mal espíritu. Todo este proceso estoy oyéndole desarrollarse en medio del arrullo del canto del piache, lánguido, monótono y misterioso, que, de suyo, provoca el adormecimiento, la sugestión e hipnotismo. Sentado al lado del enfermo en un taburete especial, que tiene la figura de un mono, de una tortuga o de otro animal del monte, el güisiratu con una güina comienza su faena frotando las manos delante de la boca, y arrojando por entre ellas grandes bocanadas de humo de tabaco en dirección al paciente. Y, sin dejar de fumar durante su actuación, comienza cantando el siguiente ensalme, en el cual pide al J ebu le diga qué clase de posesión es aquella que produce la enfermedad del paciente: NÚMERO 79 Ritmo libre 4 $'.)J JJfJ.,'FJl;AJ '1 11 Este trozo musical lo repetía muchas veces con la única varia– ción de las palabras y el corte indispensable en el valor de las no– tas, para adaptarlas a las nuevas frases o palabras. Estas no me era posible entenderlas entonces, porque todavía era yo novato y estaba poco práctico en el lenguaje guarao. A continuación el piache comunicaba al canto un acento de imperio; parecía estar en comunicación con los espíritus maléficos, a los que trataba de expeler del cuerpo del paciente. El canto era un recital de palabras cortas y cortadas, pronun– ciadas con gran rapidez y energía, y cuya cadencia final siempre terminaba abruptamente: 15

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