BCCCAP00000000000000000000485

204 P. BASILIO M. DE BARRAL Al empuñar la maraka sagrada, dice el teurgo a los espíritus o jebus en ella contenidos: Kareko moniana, yakera ma tema ma maní oakitcmc, ma moni i-bajukakitanc... Oh, espíritus de los karekos, que no [podéis morir, concededme éxito completo al ponerme a curar a mi enfermo, al pretender devolverle la salud... Alternando con los redobles de la maraka, el teurgo realiza los pases o presiones por todos los miembros del cuerpo, terminando con los estirones del cuerpo. El objetivo de estos pases o manoseos minuciosos y generales sobre el cuerpo del paciente es porque, no sabiendo en qué parte del cuerpo está ubicado el jebu invasor, o por estar difundido por todo él, se imaginan que, para lograr su extirpación, es indispensable antes de nada localizarlo y acqrralar– lo, digámoslo así, en un punto concreto, para combatirlo allí. A ese fin se dirigen los pases o presiones, los cuales vienen a ser en el piacheo lo que en la realización de un plan de batalla de un ejército que avanza victorioso en todos los frentes, las distintas operaciones, realizadas para desalojar al enemigo del campo, acorra– lándolo en un lugar estratégico para destruírlo o hacerle repasar la frontera ... Una vez que ha llegado el piache con las presiones al lugar es– cogido para la expulsión decisiva del jebu, que suele ser el vientre, comienzan los estirones del cuero, tan enérgico y sin compasión, que muchas veces son ellos la verdadera causa de la muerte del en– fermo, cuyo estado de gravedad no puede resistir tan bárbaro tra– tamiento. Con estos estirones y la conminación al jebu para que se aleje y confine en determinado lugar, como atrás dijimos, queda termina– do el proceso del tratamiento medicinal del teurgo. Caso de piacheo en Araguabisi Como botón de muestra de estas sesiones piacheras, qui,cro trans– cribir de mis apuntes misionales lo que oí en una de ellas, en la ran– chería de la boca de Araguabisi. Digo lo que oí y no lo que vi, porque la verdad es que esta vez no vi nada, aunque lo oí todo, por celebrarse el piacheo en un rancho contiguo al en que yo dor– mía, separado por un tabique de palma. Al pie de la letra dicen así mis apuntes: ((La causa motiva fue la enfermedad de un hijito del capitán de la ranchería, llamado Ambrosio. Con permiso del capitán poblador,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz