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192 P. BASILIO M. DE BARRAL En todo aquello se ve simplicidad, buena fe y buen sentido reli– gioso. En las sesiones ventrilocuistas se ve todo lo contrario: mala fe, inflación vanidosa, engaño descarado. Por eso digo que, en mi concepto, es algo postizo a la primigenia institución del ((sacerdocio guarao)). Se deduce igualmente cómo entre las tribus aborígenes se practi– ca la ciencia de la evocación de los espíritus o espiritismo, ganándo– les de la mano a los modernos espiritistas en prioridad y origina– lidad. En el sistema espiritista guaraúno, los jebus o espíritus están en el pecho del teurgo. Utilizan la garganta de éste como órgano de comunicación con el mundo exterior. Se comunican verbalmente a solicitud del medium, que tal nombre podemos muy bien aplicar al compañero que lleva el piache, denominado entre el elemento criollo con el nombre de payaso. Dada la fácil sugestionabilidad del indio y la fuerza impresionista de las sesiones piacheras, aparatosas y bien estudiadas, no es extra– ño que a veces produzcan un efecto positivo en la curación de cier– tas enfermedades, explicable por la enérgica reacción del enfermo operada en su ánimo mediante la sugestión. Casos de curaciones efectivas por este procedimiento de suges– tionabilidad únicamente podrían darse tratándose de enfermedades de esa índole o procedencia, es decir, de sugestión o autosugestión, tan frecuentes entre los indígenas, y que los criollos denominan ca– prichos. En las curaciones efectivas es indudable que puede ayudar in– mensamente el optimismo producido por la reacción del ánimo ante la declaración favorable de los jebus, pero curación corporal auténti– ca no es, de suyo, posible. Sin embargo, cualquier mejoría o curación verificada post actua– tionem doctoris, sea a la corta o sea a la larga, con tal de que otro güisiratu no haya intervenido posteriormente, es atribuida al güisi– ratu médico y constituye una estrella más de su aureola.

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