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186 P. BASILIO M. DE BARRAL El aborigen es de suyo refractario, y hasta cerrado, a la medicina natural. Sus curaciones las esperan únicamente de arriba, por mo– dos no naturales. Y aquí tenemos abiertas ya las puertas para la intervención de los distintos «doctores étnicosn, alias, los piaches. Si la enfermedad creen que es causada por un mal espíritu o jebu, el enfermo es campo reservado para el teurgo o güisiratu. Sólo el sacerdote étnico tiene poder sobre los espíritus. Si es causada por una joa o quimera, sólo el nigromante o joaro– tu, tiene competencia para expelerla del paciente. Y si es bajana, la sugestión persuade al enfermo que ha de extraérsela el «mago blancon, prestidigitador e hipnotista, llamado bajanarotu. Venimos ocupándonos del güisiratu, y vamos a seguirlo en sus actuaciones sobre los jebus o espíritus invasores de los enfermos, a través de unas descripciones simplicísimas, pero sugestivas y lu– minosas; y sobre todo, de un valor inapreciable por ser originales de una niña india, por cuya boca nos habla toda su raza.

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