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XVIII PRESENTACIÓN blos n. Y la misma súplica hacía el Prefecto, P. José de Manza– nera, en 1801, en su deseo de fundar dos o tres poblaciones más con miras a facilitar su completa reducción 14 • Los datos que anteceden se refieren a los guaraúnos situados a la izquierda del curso del Orinoco, de los que estuvieron encar– gados los Capuchinos aragoneses. Los situados a la derecha del mencionado río y de su caño grande hasta la llamada Boca de Na– víos, corrieron a cargo de los Capuchinos catalanes, misioneros en la Guayana, y que desde 1734 quedaron oficialmente encargados de su reducción y evangelización 1 ". Pero no fundaron población alguna guaraúna hasta 1754, dándole a la primera el nombre de Santa Eulalia de Murucuri, aunque no fue a base solamente de in– dios guaraúnos, sino también de caribes. Lo propio sucedió al es– tablecerse Santa Ana de Puga, en 1760, población compuesta de aruacos, caribes y guaraúnos. Finalmente, en 1761 se fundaba un tercer y último pueblo de guaraúnos, Santa Cruz del Calvario; tampoco fueron ellos los únicos pobladores, porque se les agregaron indios caribes 16 • También los Capuchinos catalanes fueron testigos de la incons– tancia general e innata de los guaraúnos. He aquí lo que el Padre Mariano de Cervera, misionero experimentado, nos dice a propó– sito de una entrada, hecha en 1785 por su compañero el P. Juan de Livia a los que poblaban los caños del Orinoco, en la que con– siguió con facilidad recoger 200 guaraúnos: ((Aquí se ha de adver· tir-prosigue--que estas entradas de guaraúnos, aunque en sí traen gastos y desvelos, pero se hacen con mucha facilidad y ligereza. y, a este contento que recibe el misionero, se contrapone la otra facilidad y ligereza que tienen los guaraúnos en volverse. De ma– nera que si con facilidad tiene un misionero un pueblo crecido de guaraúnos, con otra tanta se ve el otro día sin pueblo alguno por lo inconstante que son dichos indios en las misiones. Digo que es fácil, porque como ellos viven en las orillas de los caños, no hay más que llegar, coger, y embarcan, y marcha. Lo que no sucede en las entradas de tierra dentro, en que, a más de haberse de ha· cer muchas caminatas largas, pasando ríos, cerros y montes esca– brosos, es menester cargar muchas veces las embarcaciones a cues- 13 Reunión del Consejo de Indias (27 octubre 1795) (AGI, Caracas, 966). 14 Carta del P. Prefecto, José de Manzanera, al Consejo íCumaná, 26 febrero 1801) IAGI, Caracas. 61). is Así se acordó entre Capuchinos, Franciscanos u Observantes de Píritu y Je– suítas (Santo Tomé de Guayana, 20 marzo 1734) (Cfr. BALTASAR DE LODARES, O. F. M. Cap.: Los Franciscanos Capuchinos en Vene:::llela, II. Caracas, 1930, 199-201). 16 Cfr.: Noticia del estado actual de las Misiones de los RR. PP. Ca¡,llchinos catalanes de la provincia de Gllayana (1797), en RIO:-lEGRO, 306.

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