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CAPÍTULO IV JEBUS DUENDES (Continuación) GRUPO SEGUNDO l.º Los Namoníes A este tipo de duendes los conciben a manera de jaguares fieros, que se acercan a los ranchos con ojos encendidos y andan rondan– do alrededor. Los cocuyos piensan que son también los ojos de los Namoníes. A veces los representan en forma de personas; pero, al contra– rio de los Kanaimas, a quienes siempre representan furiosos, al Na– moní se lo imaginan solapado y un tanto cariñoso, con el fin de en– gañar mejor a los niños y llevárselos al monte para matarlos o convertirlos en Narnoníes, como él. He aquí cómo se expresan los indios: «Los Namoníes persiguen a los indiecitos y también a los indios grandes; los llevan engañados al medio del bosque y después los obligan a quedarse con ellos y a convertirse en tigres. Sus papás por más que buscan a sus hijos, no los encuentran, porque los llevó el Namoní. Entonces llaman al piache para que les diga en dónde es– tán sus hijos. El piache toca la maraca. Entonces los jebus dicen: «Los muchachos están con nosotros. Si mañana, antes de cantar el gallo, salís a buscarlos, los encontraréis.» «Los indios cogieron sus machetes y, muy de mañana, muy oscu– ro todavía, marcharon por el monte con hachas encendidas, corrien– do ligero. Llegaron a un cerro alto ; después pasaron a otro cerro.

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