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146 P. BASILIO M. DE BARRAL Cuando los indios ven en el cielo las estrellas fugaces, aerolitos o meteoros similares, piensan que algún giiisiratu ha perdido su espíritu teúrgico, bien sea por la muerte del teurgo, bien por haber éste quebrantado alguna prescripción esencial, cuya claudicación obligue al espíritu a emigrar. Este espíritu teúrgico desprendido del güisiratu y que va camino del Joebo superior o mundo de los espí– ritus es, en el concepto de los indios, la estrella fugaz, el aerolito, etc. De igual manera, cuando ven aparecer el arco iris creen que es un jebu; pero no un jebu cualquiera, sino un jebu joebo o espíritu teúr– gico del giiisiratu. Su aparición es indicio o de que algún giiisiratu sale, en su carácter de tal, de un lugar para otro, por ejemplo, para curar algún enfermo; o bien de que lo ha abandonado su joebo (es– píritu teúrgico), sea por muerte del piache o bien por haber cometido alguna falta. Y el arco iris, en tales casos, es el joebo del piache que se mar– cha para su munclo . .. 4. LA MAGIA GUARAÚNA Visto el carácter teúrgico o sacerdotal del giiisiratu, nos encon– tramos ya frente al tema más dificultoso de la etnografía guaraúna: el de la magia, la cual podemos distinguir en negra y blanca, como decíamos más atrás. La magia negra guarazína constituye el objeto del arte nigromántico del joarotu, y la blanca, la del bajanarotu o jatabu arotu. El «joarotw) Joarotu (joa arotu), significa Sáior de la joa. La joa es algo, si no lo mismo, como lo que nosotros llamamos quimera; o sea, cualquier imagen vivamente representada en la fan– tasía, a la que los guaraúnos atribuyen existencia real. Pero propiamente la denominación de joa se reserva para expre– sar la representación quimérica que el joarotu o brujo guaraúno se forja en su imaginación en los accesos de alucinación o excitación mental, provocada voluntaria o involuntariamente con ayuda de ciertos medios narcóticos, entre ellos el tabaco y las tisanas. El joarotu es, según lo dicho y lo que diremos, un verdadero nigromante. Toda la virtud que los indios le atribuyen es de mala ley, semejante al mal de ojo de los brujos vulgares, siendo bajo este concepto, antagónico del güisiratu o teurgo, cuyo carácter se con– ceptúa fundamentalmente sagrado y benefactor.

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