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LOS INDIOS GUARAUNOS Y SU CANCIONERO 141 chas de hojas, las que van colocando entre las dos filas de comensa– les sobre los manteles de hoja extendida. El Bisikari (Fiscal) va contando y distribuyendo las tortas y el guajabu en proporción de la importancia de las personas y del nú– mero de miembros varones de cada familia; y se lo va colocando a cada uno delante, sobre el típico mantel. Ahora cada cabeza de familia va llamando con voz apagada y temblorosa a los muchachos de su familia, quienes hasta este mo– mento han permanecido alejados de la congregación de adultos. Al ser llamados se van acercando en silencio, colocándose al lado de sus padres respectivos; o si no, se colocan todos juntos en las colas de las filas. Estando ya todos en su lugar, el Güisiratu pronuncia en su jerga teúrgica unas palabras, significando que el/ ebu ya está allí presente: que se sienten. Y todos se sientan sin hablar. El Güisiratu les manda que pidan permiso al Jebu para comer; y uno a uno, comenzando por el último, dicen, volviendo la cabeza al testero donde está el Güisiratu, ministro y representante del Jebu: Dima, ¿ji omi? Padre, ¿me permites comeP? El teurgo va res– pondiendo a cada uno de la misma manera: Naoro diá, ya puedes comer. A pesar de haber recibido el permiso, nadie se atreve a tocar todavía la comida, hasta que todos hayan sido autorizados. Al ter– minar el último, el Giiisiratu les manda comer en obsequio dd Jebu allí presente, aunque invisible ... Los indios comienzan a comer to– dos a una y con cierta animación y algazara, pero sin estridencias y como a media voz, guardando siempre cierto misterioso respeto a la presencia invisible del Jebu. En estos ágapes teúrgicos no se autoriza otro género de alimentos que la najoro guaraobitu, comida racial guaraúna, o sea, la yuruma con guajabu (pan de harina de moriche con morocoto fresco asado). A una voz del teurgo cesan todos de comer, y con aquellas mis– mas hojas que les sirvieron de manteles, hacen dos envoltorios o atijos. En uno de ellos recogen las espinas y escamas del pescado; en el otro guardan las sobras del banquete, y esperan después a que todos terminen. Cuando todos han terminado, uno a uno y por el mismo orden que al principio, le dicen al teurgo: Dima, najoroyanae, Padre, ya he comido. El teurgo les contesta: Yakeraja najorokunarae J ebu a na– joro: que la comida del Jebu, que acabas de comer, te haga el mejor provecho. Al terminar todos de decir esto mismo, el teurgo, en nombre del Gran Espíritu, les permite marchar a sus casas, con palabras 11

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