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140 P. BASILIO M. DE BARRAL cen nueva cada ano en obsequio del Jebu, destruyendo la del año anterior. Armada y techada la cocina, la cubren en todo al derredor con hojas de palma, de suerte que no pueden ser vistas desde afuera las mujeres que, dentro, elaboran las tortas de yuruma y demás ingre– dientes del ágape sagrado. Terminada la cocina festival y preparada la leña, a la puesta del sol los hombres conducen la harina en forma de procesión muda y ordenada. Cada nebu (hombre de trabajo), carga a las espaldas, por las braceras, su correspondiente mapir o cuévano de fécula; y, pues– tos en fila india, se dirigen al jisabanoko (cocina), por el camino más largo, silenciosos, cabizbajos y uno tras otro. Las indias más importantes, sobre todo las de ascendiente teúrgi– co, comienzan a fabricar las tortas, faena en que a veces emplean varios días, y a preparar el guajabu, esto es, asar el morocoto fresco sobre el diri o parrillas de madera. Cuando las mujeres han terminado su faena, se ponen todos de fiesta. Las indias se pintan de negro las cejas y la frente, para que el Jebu no les arranque los ojos; y los indios que van a intervenir en el traslado de los alimentos, se visten de guaraobitu (guaraunísimos). O sea, se despojan de toda ropa de civilizados, quedándose con un simple taparrabos nuevo, de colores chillones y largo hasta tocar el suelo por delante y por detrás. También suelen adornar el dorso con el típico collar, denominado nasi-muju (collar de huesos). Los hom– bres celebran la fiesta en una casa y las mujeres en otra, pero todos al mismo tiempo y con idéntico ritual. 2. CELEBRACIÓN DEL ,'\GAPE Llegada la hora, van los anfitriones, por orden del Jefe, a buscar la comida, colocándose mientras tanto los comensales cabezas de familia en varias filas delante de unas largas carreras de hojas de palma, extendidas en el suelo con mucho arte a manera de manteles. El Jefe-Güisiratu de la ranchería y el indio que contribuye con el principal contingente de harina para la fiesta, se colocan sobre unos taburetes, presidiendo, en la testera de cada fila. Después, si– guiendo por ord.en de importancia teúrgica o ancianal, los cabezas de familia; y hacia la cola, los jóvenes que aun no tienen mujer. Vienen por el camino más largo, como antes fueron, los porta– dores de las viandas, enguayucados, silenciosos, cabizbajos y uno tras otro, trayendo las tortas de yuruma en enormes «guapas)) o bandejas de tirite, llamadas por los indios biji, y el guajabu o moro– coto asado en las típicas fuentes guaraúnas, llamadas jorobiji, he-

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