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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Después preguntaron: --J ahuri ¿ en donde está tu hermano? -Aquí estoy, contes+ ó aquél. -Escuchad, ¡ oh · J abnris ! Vosotros estais ultrajando a vuestras madres. Esas dos mujeres a quienes ofreceis los de– sechos de vuestra cacería, rociados de orines, son vuestras verdaderas madres. A vuestro padre, que se llamaba Maya-– koto, ¡ gran pescador!, se lo tragó el duende J AJUBA cuan– do vosotros erais muy niños. Huyendo de JAJUBA) que las venía persiguiendo, vuestras 'lnadres llegaron un día a la ca– sa de Guauta, quien las niandó al conuco a buscar yuca, que– dando vosotros dos al cuidado de la vieja. Pero Guauta os estiró y q uedásteis convertidos "en dos mozos. Desde enton– ces Guauta se hizo pasar por madre vuestra; mas desde aho– ra ya sabéis la verdad. Después, dirigiéndose al mayor) le dijo: -Tu madre es aquella mujer de más edad. -Y la tuya, dijo al menor, es la otra. Y añadiú: -Por eso, en adelante, cuando lleguéis con vuestra cacería, procurad tratar a vuestras madres como a tales. Las aves grandes; para ellas. Las aves pequeñas, después de ha– berlas rociado de orines, se las entregáis a Gucmta, que os ha tenido engañados. Desaparecieron los "peri'os de agua" y los muchachos regresaron a casa. Llegados que hubieron, el hermano mayor separó las aves grandes; y entregándoselas a la mujer de más edad, le dijo: -Estas para 1 1 i, madre mía. Hasta hoy, ignorábamos que fuerais nuestras verdaderas 111adres; pero ya estamos en– terados. Después entregó a Guauta los desechos, de ha- b(·rselos rociado con orines. Pero Guauta rompió a llor,ar y decía a grandes yoces: 48

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