BCCCAP00000000000000000000484

Mas los cabellos esparcidos por el suelo se convirtie– al punto en recias espinas; y al poco rato se había for– mado un erizado gnaical por donde .L\JUBA no pudo pene– trar. Las fugitivas continuaron huyendo hacia el corazón de la montaña, hasta que, al fin, llegaron a una casa cerra– por todas partes: en la que• vivía una mujer llamada Gua– uta (11). Las dos mujeres llamaron a la puerta: --Abuela, ábrenos la puerta -No quiero abriros. -Abrenos, que nos vienen persiguiendo. -No os abro. Idos a otra parte~ pues el olor que des- me da mareosº Dij o la mayor a la otra : -Hermanita, ¿qué hacemos? Le dijo la otra: -Pellizquemos la orejita de nuestros bebés l)ara que chillen. A ver si al oirlos ... (12). Ambas dieron un fuerte pellizco en la oreja de sus ni– ñitos. Los niños dieron sendos rchillidos y comenzaron a llo– rar a gritos. Al oir el llanto de los niños. se acercó Guau/a a la y preguntó desde adentro: , -¿Ese niño tuyo, ¿qué es? -Mi hijo es varón, contestó la india. Ul) Obsérvense los puntos de contacto y semejanza enire los nombres y c-ircunstancia de esta leyenda y los de la Leyenda de· Jaburi y Gua– uta (Vid. Sección Octava, N9 14) (12) He aquí reflejada de la forma más simple y más bella la sabiduría práctica que inspira a la mujer su instinto maternal. ..

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz