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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos -¡ Arre, caballo .. ! La muchacha le arrojó la piedra, como lo había hecho con los otros. ¡ Pero esta vez acertó ! -¿No veis? -bramó el jefe-. ¡Ese ha sido! Mandó hacer un cajón gr.:mde) como para que cupieran dentro dos personas. Metió dentro al renco juntamente con su hija. Clavó muy bien la tapa y lo mandó llevar a una goleta que pasaba rumbo al mar, con esta orden: ªEn la desernboC'adura del río lo arrojais al agua". Cuando la casa del jefe se perdió de vista, dijeron los ma- rineros: soro. -Joasoro~ ya te vamos a tirar al río. -Si, ya podeis tirarnos -respondió Joasoro. Pero el barco siguió navegando. Ya muy lejos, volvieron a decirle los barqueros: -Joas<Yro, ahora sí que te vamos a t:rar. -Si habeis de tirarnos, hacedlo cuanto antes -les dijo Joa- Pero la pobre mujer lloraba sin consuelo. Cuando la goleta llegó a la barra, llamó J oasoro a los bar- queros y les dij o: -Tiradnos ya. Los arrojaron al mar y la goleta cambió de rumbo. Joasoro entonces habló a la mujer: --'-¿,No te acuerdas, mujer, de cuando tú me llamaste mi– serable, pobre, y me llenaste de orines? Pues si es verdad que soy patituerto, mísero y todo lo demás, vas a convencerte hoy de que conozco a Ka-Nobo y que lo tengo a mi favor. El es to– dopoderoso y me con~ederá cuanto le pida. Así que déjate ya de llorar pues antes de una hora estaremos de nuevo en casa de tus padres. -o-Eso no es posible -replicaba la -Eso será. Y dentro de una hora estaremos con tu pa- dre ;porque Ka-Nobo lo puede todo y querrá salvarnos.
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