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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Cogió el tigre el cadáver del indio 111.uerto y lo llevó un poco lejos, regresando para lamer la sangre. Después volvió a dof.tde estaba el cadáver y lo arrastró un poco más lejos, vol– viendo también a lamer la sangre. De estie modo, llevando el cadaver a pequeños trechos, se fue alejando el tigre cada vez más, y en el indio escondido comenzó a renacer la esperanza de poder salvarse. Miró a la lu– na para cerciorarse de la hora y comenzó a trazar su plan de fuga. El tigre volvió por cuarta vez; lamió la sangre y volvió a marcharse. En cuanto desapareció la fiera, salió el indio de su escondite, cojió su cuchillo de caza, y siguiendo el rastro de las pisadas, se fué corriendo para su ranchería. De trecho en trecho se detenía para observar 8~ algien lo venía persiguiendo. Pasada la primera sabana, escuchó pe– gado el oído en el suelo, y le pareció oir ruído de pasos, aun– que muy lejos, y sigió corriendo. Volvió a escuchar después de la tercera sabana, convenciéndose de que lo venían siguiendo ya cerca. Y dijo entonces: "¡Ahora sí que es verdad que voy corriendo a la muerte, ya que no podré librarme de ella!" Al pasar la última sabana. vió que el tigre venía ya sobre él; mas al ver a la gente, el tigre dejó de perseguirlo y se volvió al monte, y el indio siguió corriendo, hasta que al pisar una troza de moriche que había a la entrada de la ran– chería, reshaló en ella y cayó de bruces, quedando sin sentido y corno muerto. Acudieron los indios a soco1Terlo. Leva:ntúronlo del fan– go, y llevándolo a la ranchería, 19 acostaron en un chinchorro. Después llamaron al GUISIRATU. Cuando el GUISIRATU lo, viói dijo a los indios: -Estad tranquilos, pues el muchacho no se morirá. Le echó en la cara unas bocanadas de humo de taba- co. v el muchacho recuperó el conocimiento. 323 Después le preguntaron: -Hermano, cuéntanos lo que te ha sucedido. El indio les dij o:

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