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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Al terminar de quebrarse los huesos, el muerto se arri– mó más al fuego, poniéndose en cuclillas. Y después de un rato, dij o frotándose las manos cerca del fuego: -Caramba ! ¡ Tengo que regresar para mi casa, porque ya es muy tarde! En mi casa hay un fuego abrasador y siempre me la paso sudando a mares; pero a pesar de que no me gusta, de– bo irme, porque es mi casa ... Dicho esto se leva~tó y desapareció. Los dos indios estaban muriéndose de miedo y no podían hablar ni respirar siquiera ... Colgaron los chinchorros en lo más alto del rancho -en el caballete-, y se acurrucaron, esperando que amaneciese para regresar a su casa. Poco tiempo después volvió a oirse en la puerta .:1si co– mo si llamasen: --Keeeeeimmrnm . . _, ¡Da . ... he . . ! ¡ Heeeeee . . :mmmaaa– aann .. ! Pero en aquel momento estaba rugiendo el tigre de dos cabezas, llamado por eso Tobe Kua-Mana: -¡Mhu uuu1iuujjjjjj! ¡Mhu, uiwujjjj! ¡Mhu, 1m1wj:jjjjjjj! Y rugiendo, rugiendo, se fue aproximando hasta que lle– gó a la ranchería vieja. Y al llegar comenzó a derribar los ran– chos, uno por uno, hasta que los echó todos al suelo. Y a no quedaba en pie más que el rancho en que estaban los dos indios. Pero el Tigre Bicéfalo comenzó a dar grandes to– petazos contra los horcones del mismo, para hacerlo caer. Y des– pués de varias embestidas, logró derribar la mitad del por la parte donde estaba refugiado el hermano mayor. Al caer esta parte del rancho, el tigre estuvo encima mientras el indio agonizaba. Pero antes de morir. tó a su hermano: -Hermano, defiéndete hasta lo último, pues tú no eres mujer ... Y o ya estoy muerto ... El tigre siguió pataleando sobre las ruínas de~ rancho, al encontrar el cadaver del indio, lo despedezó de rabia; mas el otro hermano pudo ocultarse debajo de unas hojas de para que el tigre no lo viera.

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