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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Navegando un poco más, divisaron una casa en la leja– nía. La costa se veía blanquita, como una playa de arena ilumi– nada por el sol. Al verla dijo el guarao al caimán: -Abuelo, quiero recalar a la casa aquella que se ve al frente, detrás de la playa. -Bien, mi nieto. Estáte tranquilo, que te llevaré a la pla– ya. Al desembarcar el indio, se despidió el caimán, regre– sando solo río arriba. h) .- LA PERRA MISTERIOSA. El indio entró en la casa y anduvo buscando a los due– ños; pero no encontró a nadie. Unicamente vió allí un perrito echado en el suelo, cuyo rostro se iluminó de alegria al entrar el indio. Dentro de la casa había yuca rallada; y en los alrededo– res crecía muy bien cuidado, un plantel de dichos tubérculos. Salió a registrar el conuco; pero no vió a nadie. Le salió al paso un venado; lo persiguó, lo mató y lo llevó a casa para cocinarlo. Mas al llegar a la casa, quedó sorprendido al encon– trarse la comida servida en el plato. El perrito misterioso continuaba allí, echado, y no ce– saba de mirarlo con alegría. -¿ Quién habrá hecho esto? -se preguntaba cada vez más intrigado. Volvió a salir al monte y tampoco encontró a persona al– guna. En cambio, al regresar, encontró la comida preparada co– mo la vez primera. Pensando quien podría ser la persona que hacía aquello, y que tenía que estar por allí escondida, se dijo con decisión:

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