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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Sentose el indio sobre la trompa del caimán y el caimán se deslizó río abajo en dirección a la boca. El guarao iba ensimismado, sin hablar nada; por lo que le dijo el caimán: -Mi nietico, noto que Yas muy ensimismado. ¿En que vas pensando? El indio contestó: -Es verdad que vengo ensimismado, abuelo. Venía e– chando de menos un arpóp en mi mano. ¡ Qué bien me vendría un arpón para clavar alguna raya desde este asiento tan estu– pendo que me has proporcionado .. ! -¿ Sí, nieto? Pues para que veas que tu abuelo, a pesar de ser un caimán, tiene arpones, toma ése. Sacó un arpón y se lo entregó. Siguieron río abajo, y volvió a preguntarle el caimán: -Mi nietico, ¿ahora ya no vas ensimismado, pensando en algo? -Sí, voy, abuelo. Vengo pensando lo bien que iría aquí sentado, si en lugar de venir desnudo, viniera vestido con pan– hdón y trajera mi cintura ceñida con una correa bonita ... -Está bien, mi nietico Aunque tu abuelo sea caimán, tie– ne pantalones y correas para regalártelas ... Sacó un pantalón y una correa y se los dió. Un poco más abajo, ya cerca de la boca del río, volvió a preguntarle: ---Mi nieto, ¡, todavía cavilas? -Todavía, abuelo -respondió el indio-. i Qué bien vendría yo aquí sentado, si además de pantalón y correa, llevara tam– f¡jén sombrero sobre mi cabeza .. ! -Es verdad, mi nieto -dijo el caimán. Pues, para que veas que tu abuelo, a pesar de ser caimán, tiene sombreros pa– ra darte, toma ése. Sacó un somhrero y se lo dió. 322

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