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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Mas una noche en que el zancudo la molestaba más de lo acostumbrado y no la dejaba dormir, llamó a su padre y le dijo: -Todas las noches viene a mí, a molestrme, un mosqui– to en figura de hombre. 5u padre le aconsejó: -Mira, hija: cuando el zancudo vuelva, lo sujetas de la mano y no lo sueltas hasta que amanezc;1. De es<.:> modo podre– mos saber quien es. Por la noche volv~ó el rn.nsquito y ;zin'.. ¡ziu\ ¡zi:i1!, co– menzó a revolotear y a picar a la muchacha. Esta lo asió fuer– temente por un brazo; y como el insecto aún tenía poca fuerza, por no haber chupado s.::mgrei ella sola pudo rcte11crio hasta ut mañana. Al amanecer dij o la muchacha a su padre: --Padre, aquí tengo el zancudo. -Está bien -respondió el padn:,-. (lu(~ traigo.u kü,1 y 'Jl- ciendan una buena hoguera. Encendieron la hoguera; y cogiendo entre los indios al ªZancudo", lo abrasaron y redujeron ~- cenizas. Trajeron después hojas de temiche y con ellas aventaron las cenizas, que volaron en todas direcciones. -Esta noche-se decían los indios-habrá plaga como ja– más se ha visto. Así sucedió. Mas desde aquella fecha, los indios no se han vuelto a dejar picar por la plaga. Cuando ésta llega, la espantan por medio del humo y la "candela" ... 288

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