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Lo que Cuenü:n L0s Indios Gua::aún0s -Oye, Karikari. Te apuesto lo que tú quieras a que no te acercas a mí con los ojos abiertos y te pones a mirarme fija– mente y sin pestañear ... Karikari aceptó la apuesta y se fue hacia él con los ojos desorbitados; y el "Conejo" le arrojó un puñado de arena, de– jándolo ciego. Karikari quedó lamentándose, mientras que "Conejo" se marchó tranquilamente, riéndose con todas sus ganas. Resolvió entonces el hombre coger ,·ivo a "Conejo'·~ ar– mándole una trampa. Armó una con barras de hierro y la dejó preparada, poniéndole de cebo un racimo de plátanos maduros. Al ver los plátanos maduros, "Conejo" fue a cogerlos y cayó en la trampa. Al verlo el hombre, exclamó regocijado: -¡Al fin, al fin l ¡ Cayó "Conejo''! ¡ Ahora sí que ya no se escapará el muy bribón! .... Montó la paila sobre la "candela" y lo metió dentro, ta– pando luego la paila y asegurando la tapadera para que "Co– nejo" no pudiera salirse. Y allí lo dejó cociéndose durante todo un día y una noche. Al amanecer destapó la paila y vió que de ella salía, no un hombre sino un conejo tal cual, de cuatro patas; que sal– tando de ]a paila, se marchó al monte con los demás conejos. 4.- EL ZANCUDO CHUPON. Una muchacha joven vivía en casa de su padre, que es– taba viudo. Todas las noches, después que se acostaba, venía un z,,:ncudo a chuparle la sangre a la muchacha. La chica, tan pronto como sentía el ,._...,_...,_u __ ,., ...., del rn.usqui– to, da];a una palmada en el lugar y lo espantaha. 287

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