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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Se arrojó al agua y volvió a salir sin el queso. -"Conejo", ¡caramba!, no encuentro nada de eso que dices. -Es que no llegaste hasta donde está el queso. Espera que busque unos bejucos y una piedra para ayudarte. Trajo un manojo de bejucos y una gran piedra y se la amarró al cuello. Después le dijo: -¡Ahora sí! Mira. Ahí mismo, debajo de ese remolino o sumidero, está un queso descomunal y sabrosísimo. De ahí sa- qué yo el pedacito que te dí. ¡ Zúmbate ! · El tigre se tiró al fondo del río y no volvió a salir más. Libre ya "Conejo" ile la pesadilla del tigre, prosiguió su camino entre cantos y brincos de satisfacción; llegando, final– mente, al pie de una roca enorme, que estaba un tanto incli– nada y que parecía iba a desprenderse. Vió venir por el mismo camino a un personaje de impor– tancia montado en un caballo y se arrimó fuertemente a la pie dra, como haciendo esfuerzos para sostenerla en su sitio. El hombre le dijo: -"Conejo". ¿. Qué estas haciendo? -Sosteniendo esta piedra; porque si ella se desprende, el mundo se acaba. Apéate y ayúdame, mientras voy a cortar unos horcones para ase!-,rurarla. Apeóse el horn.hre y aplicó el hombro a la piedra. -Préstame tu caballo -le dijo "Conejo''-, para volver pronto. -Llévatelo. -¡Ah! -volvió a decir "Conejo", mien'.,ras atusaba con su. mano el lomo del caballo-. Así, en pelo, no es posible que yo el lomo de tu caballo es demasiado liso y se espan– lo montó así desnudo, tal como estoy ... Préstame por un momento tu vestido para f{Ue el caballo no me tenga miedo. ·---¡ Vaya, hombre! el homhre-. Llévate también mi 284

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