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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos profundo. Si vienen, me avisas, dándome un fuerte golpe con ese martillo en esta pierna; de lo contrario, no despierto. Al poco rato llegó un tigre. El indio cogió el hierro y dió con él un golpe suave en ia pierna de Kurakttra; pero éste siguio roncando. Le dió otro pe con todas sus fuerzas y entonces despertó. -¿ Qué pasa, "nieto''? -prE:guntó algo sobresaltntlo. -"Abuelo", por ahí anda uno de esos ratoncitos Levantóse Jotomo; cogió un palito y se lo tiró tranqui– lamente, diciendo: "¡Sitó ... ! ¡Vete de ahí. .. !" En esta forma pasaron toda la noche, espantando al ti– gre, que Jotorno llamaba ratón. Y al amanecer aparecieron cua– tro tigres muertos. -Nieto -dijo Jotomo- c:ógelos por el rabo y arrástralos hasta allá. Fue el indio; pero pesaban demasiado aquellos "ratones". Por lo que dijo a Jotomo: -Abuelo, no puedo con ellos. Fue Jotomo~· y cogiéndolos por el rabo -dos en cada ma– no, los llevó a otra parte. Después J otomo llamó al indio y le entregó un envolto– rio, diciéndole al mismo tiempo: -Vete con esto; pero no desates el envoltorio hasta que llegues a tu casa. -Bueno -contestó el indio. Pero decía para sus adentros: -Ahí adelante veré lo que ha metido aquí. Cuando estuvo lejos de las miradas de Jotomo, el indio desató el enyoltorio, vencido por la curiosidad; y al desatarlo, se le cayeron los pescados al suelo: de: suerte que no Je fue po– sible volver a reco,~erlos. No tuvo más remedio que presentarse de nuevo a Kura– kura y confesarle su culpa. 267

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