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Lo que Cuentan Los Indios Guaraúnos Cuando terminaron de cenar, regresaron a sus ranchos, colgaron sus chinchorros y se acostaron. Poco después llegó el duende JEBU MUIDA. Este duende tiene un solo ojo en todo el medio de la fren– te, que cuando está abierto semeja la luna llena. El duende se fue acercando a los indios con su ojo abier– to; y los indios creyendo que era la luna llena, siguieron tran– quilos, meciéndose en sus chinchorros. Mas al llegar cerca, el duende apagó su ojo quedando todo el rancho a oscuras; y él fue olfateando a cada uno para ver a qué olía su aliento. Y al que le olía a carne de váquiro asada, le arrancaba los ojos. En esta forma les fue sacando los ojos a todos ellos, ex– cepción hecha del que no había querido probar la carne del vá– quiro muerto, encontrado en medio del camino. Después prendió el duende su ojo y se fue. Al despertar los indios y notar la falta de sus ojos, co- menzaron todos a gritar: -Ine ma mu ekidaf "¡Yo no tengo mis ojo8!". El que no había comido la carne del váquiro dijo: -Ine seke ma mu jabitu. "Pues yo sí tengo mis ojos". Los compañeros le envidiaban: -¡ Afortunado de tí que tienes ojos! ¡ Nosotros estamos - ciegos! Limpió el sendero hasta llegar a un pozo; y habiéndolos atado unos con otros, los condujo hasta el borde del pozo, colo– cándolos al rededor de él. Después les dij o: -Delante de vosotros hay un charquito que podéis salvar muy facilmente dando para adelante un pequeño salto. ¡Ea, saltad! Al saltar los ciegos cayeron todos dentro del pozo: sien– do devorados por los caribes. 238

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